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El honor es mío

El honor es mío

¿Por qué yo? ¿Por qué este reconocimiento? Mi vida se sustenta por tres pilares; mi familia, la gente que me rodea, es decir, mis amigos, y el fútbol. Por cada uno de ellos me desvivo y me entrego al cien por cien.

A la edad de 5 años comencé este viaje, el cual aun no tiene «última parada» sino mucho que seguir recorriendo. La vida es un continuo aprendizaje, un trayecto en el que ocurren una serie de acontecimientos que nos sirven para crecer como personas.

Hace un par de semanas, una compañera me dice; ¿Adri, puedo hacerte una pregunta? ¿Crees que vale la pena todo el sacrificio que nos supone jugar a fútbol? Echando la vista atrás, aproximadamente unos 25 años cuando por primera vez entrenaba con un equipo de chicos, si alguien me hubiese hecho esa misma pregunta le hubiese contestado que si. Una niña flaca, pelirroja y pecosa tenía en mente un sueño; ser futbolista profesional. Y ahora que está en auge, con más razón.

Campos de tierra, unidos casi de manera imperativa a los balones Mikasa, pocos recursos y falta de material para poder entrenar, las botas que te compraban tus padres tenían que durarte una, incluso dos temporadas, etc. Todo eso ha cambiado. La evolución del fútbol femenino en los últimos años lo ha llevado a otra dimensión. Está en pleno crecimiento, pero no ha sido nada fácil tener que derribar todos los obstáculos que las más mayores nos hemos ido encontrando a lo largo del camino.

Patrocinadores, impacto social, inversión económica y apoyo por parte de las instituciones son algunos de los motivos de que la frase «el fútbol es un deporte de hombres» se este extinguiendo.

Hace tres años, a mi vuelta de jugar en Estados Unidos, pasó por mi cabeza la posibilidad de colgar las botas. Venía de 4 años compaginando la liga americana con la española sin saber lo que era tener vacaciones. Mental y físicamente cansada, llegué a planteármelo. Firmar por el Levante UD fue lo mejor que hice. Un entrenador que me ayudó a aprender y ser aun más competitiva. Un vestuario unido y remando en la misma dirección. Una directiva que se dejaba el alma por la sección femenina. Y una afición excepcional.

Parte de esa afición fundó la Peña Levante Femenino, la cual me ha nombrado esta semana peñista de honor. El honor y la suerte, la mía. Son muy importantes para mí, pero no saben cuánto. Detrás del uniforme de futbolistas hay personas, y sentir desde el primer momento tanto cariño, tanto aprecio por parte de todos los componentes me hace no encontrar suficientes palabras para expresar como se siento.

Porque sin vosotros, ni el fútbol, ni las futbolistas seriamos lo que somos. ¡MIL GRACIAS!

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