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Revolucionarios

Mi hijo chuta con la derecha y lo tengo que querer igual. Teo ha superado la fase de atropello simple a la pelota, y ahora balancea y dirige el pie consciente de su movimiento. Cuando la pelota hace lo que él quiere me mira sorprendido por su propia gracia, y repite. Aflora ahí la adicción propia del enamoramiento.

Teo le pega con la derecha, así que ya no será un mediapuntita zurdo. Casi mejor, porque se nos está llenando el fútbol de mediapuntitas. Son además de lo más extraño: los mediapuntas de hoy en día corren un montón, inician la presión, se machacan en el gimnasio y apenas arriesgan un pase. Tampoco regatean y ni siquiera juegan sino trabajan. Ser mediapunta era un oficio aparte, nadie quería que su hija se casase con uno.

Había en ellos un halo romántico que se ha perdido, un compromiso estético, un espíritu insurrecto que ya no reconozco. Su talento ya no es de exclusión sino de inclusión, como el de la mayoría de los grupos que ahora se hacen llamar indies, que no son otra cosa que la radiofórmula de siempre con el filtro del H&M, una farsa. Messi y Triángulo de Amor Bizarro sobreviven como excepción que valida mis argumentos.

La gran maquinaria todo lo desvirtúa y lo asimila. Los paradigmas están cambiando. Santiago Sierra es un artista que vive de provocar. Hace unos años plantó unas letras gigantes en València, y las prendió fuego. Las letras formaban la palabra «Future»: Sierra quemaba el futuro porque la promesa del progreso es un saco de cenizas. Todo bien, todo correcto, pero a los pocos días hubo un incendio real y letal y ardieron decenas de miles de hectáreas. Los bomberos denunciaron la falta de medios, los recortes sufridos, la dejadez institucional. En el contraste y aún fresca en la retina, la performance rebelde de Sierra pareció de lo más ridícula.

En un mundo de color forzado y mediapuntitas zurdos, quiero decir, quizá lo transgresor sea que mi hijo le pegue con la derecha, se convierta en un mediocentro gris que no pierda nunca la posición, corra lo justo, se especialice en ese primer pase que rompe líneas, que es además mi pase favorito en el fútbol, vista con la camiseta por dentro y calce las clásicas botas negras. Que al meter un gol eche una carrerita y la culmine con un pequeño salto, sin más concesión para el teatro. Que no nos pase lo de Sierra. Con el gobierno incapaz de asegurar las pensiones, la socialdemocracia es el nuevo punk y pagar impuestos un acto revolucionario.

Regino Hernández ganó el otro día una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos. Lleva el pelo largo y amasa barbaza, y practica snowboard cross . Es motero, es skater y es surfero. Y pronto también paracaidista. Regino hace todo eso sin saber que nunca podrá hacer nada más subversivo que llamarse Regino.

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