Javier Cuartas

Valencia

?España no es Grecia, asegura el Gobierno español, pero también la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y hasta el Ejecutivo conservador alemán de Angela Merkel. Pero algunos analistas, políticos -sobre todo, los de la oposición- y economistas alertan de eventuales semejanzas que, en caso de extremarse, pudieran abocar a la economía española a situaciones análogas a la helena, hoy al borde de la suspensión de pagos y pendiente del rescate europeo ya acordado. El discurso de la semejanza entre España y Grecia es peligroso en sí mismo para España porque en economía las expectativas tienden a confirmarse. De modo que cuanto más se instaure la creencia de que son casos parangonables, mayor es el riesgo de que pudiera verificarse esa relación contagiosa porque es en un clima de desasosiego y de generalizada percepción de riesgo -tenga o no base real- donde las prácticas especulativas gozan de mayores posibilidades de éxito. A Grecia y España es más lo que las diferencia que lo que las identifica. Con la salvedad de la tasa de paro (superior en España), la foto fija de los principales indicadores es manifiestamente más virtuosa en el caso español que en el griego. Grecia sería un caso patológico y muy desesperado, frente a una economía, como la española, con dolencias propias pero también con fortalezas muy superiores.

Déficit. Que España cerrara el pasado ejercicio con un déficit público equivalente al 11,4% del Producto Interior Bruto (PIB) -atribuible, sobre todo, a la cobertura de desempleo- fue un elemento capital, junto con la condición mediterránea del país (el club de los llamados PIGS-Portugal, Italia , Grecia y España), para que se hablara de similitudes con Grecia. El déficit español, con haber sido muy elevado, fue inferior al irlandés (12,6%), al británico (12,8%) y sobre todo al griego. Atenas declaró un 12,8% de descubierto fiscal en el ejercicio, pero esta cifra fue corregida al alza (ya se admite el 13,6%).

Deuda pública. Uno de los más vigorosos argumentos a favor de España es su bajísimo endeudamiento público. Otra cosa es el endeudamiento privado (el de empresas y familias), que es el verdaderamente alarmante, con una tasa del 178% del PIB, según acaba de cuantificar la agencia de rating S&P para justificar la rebaja de un peldaño en su calificación crediticia a España. Pero la deuda de las administraciones públicas (que es la que se acrecienta con los déficit fiscales de cada año) estaba a finales de 2009 en el 55% del PIB nacional, una de las más contenidas de Europa y más de 20 puntos por debajo de la media en la zona del euro. La deuda pública griega ascendía en ese momento al 112,6% de su PIB. De modo que el endeudamiento griego es algo más de dos veces el español. Y lo que mide la solvencia (la capacidad de pago) es, sobre todo, el grado de endeudamiento. La previsión es que España cierre 2010 con una deuda pública del 66,3% del PIB, 58,6 puntos menos que Grecia (124,9%). Italia acabará 2010 con el 116,7% de apalancamiento y Bélgica, con el 101,2%.

PIB. España se quedó en el cuarto trimestre de 2009 a una décima de salir de la recesión y dos décimas por debajo del crecimiento medio de la UE y del área monetaria del euro. La economía española retrocedió el 0,1% respecto al anterior trimestre, cuando la media europea fue de 0,1%. La economía griega siguió derrumbándose (-0,8%). Para 2010, el FMI prevé que el PIB español aún caiga un 0,4%. La previsión para Grecia es que su actividad se desplome un 2%.

Inflación. La tasa de inflación también está jugando a favor de España. En marzo fue del 1,5%, cuatro décimas inferior al caso heleno (+1,9%). Y esto es relevante cuando, debido sobremanera al fuerte endeudamiento privado español, al paro elevado y a la reconversión inevitable del sector de la edificación (que había actuado de principal locomotora española), caben pocas esperanzas de una recuperación vigorosa a corto plazo de la demanda interna, por lo que mejorar la competitividad con una inflación contenida es capital para acrecentar las exportaciones como vía de impulso de la actividad.

Exportaciones. España es una potencia exportadora superior a la griega y tiene multinacionales propias y compañías con prestigio internacional en un grado muy superior a Grecia. Telefónica, Repsol, Santander, BBVA, Zara, grandes constructoras especializadas en obra pública y otras muchas son empresas con gran implantación en el exterior. Se trata de un activo diferenciador que no se puede desdeñar como síntoma del potencial económico de cada país.

Ahorro privado. Las agencias de rating, cuya calificación crediticia puede penalizar y encarecer la financiación de un país, analizan muy diversas variables pero entre los cinco rasgos más vulnerables de España diagnosticados la semana pasada por S&P, se destacó el grave endeudamiento de las empresas y familias españolas. Esta debilidad, propia de un país que ha vivido una década por encima de sus posibilidades, se está corrigiendo, como replicó el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa. La tasa de ahorro española es del 20% de la renta, el doble que la griega.

Calificación. S&P redujo su nota de solvencia sobre España de "AA+" (notable alto) a "AA" (notable). Las otras dos compañías de rating (Fitch y Mody's) mantienen la máxima calificación (triple A). Ningún otro de los países denominados despectivamente como PIGS (Portugal, Italia y Grecia, a los que ahora también se suma Irlanda) goza de notas tan elevadas. Tomando como referencia S&P, la deuda griega ("BB+", calificación propia de los llamados "bonos basura") está ocho escalones por debajo de la nota española. Grecia ha sufrido ocho recortes de calificación en dieciséis meses: uno al bimestre.

Prima de riesgos. Los mercados diferencian con claridad el grado de solvencia española de la elevada incertidumbre griega. La pasada semana la prima de riesgo (lo que cuesta a un país endeudarse en relación al coste que asume Alemania por hacer lo mismo) penalizó el bono público griego 6,4 veces por encima de lo que lo hizo con el español. Y esto supone que Grecia paga más de seis veces que España por financiarse. A causa del temor al contagio de la crisis helena, el diferencial del bono español con el alemán (referencia en Europa) se elevó a 108,19 puntos básicos (100 puntos básicos equivalen a un punto porcentual) mientras que el del bono heleno se situó en 693,41 puntos básicos.

Credibilidad. La credibilidad internacional de España es muy superior a la de Grecia. No sólo porque presenta un balance más sólido y porque su trayectoria histórica ha sido más solvente, sino, además, porque España, a diferencia de Grecia, nunca ha sido sorprendida haciendo fraude con sus cuentas públicas, ni se le ha detectado doble contabilidad ni se le han descubierto contratos de productos opacos con Goldmand Sachs para esconder deuda. Todo esto ha ocurrido en Grecia y sucesivas veces. Con el anterior Gobierno conservador de Costas Karamanlis y antes.

Tamaño. La economía española es 4,5 veces mayor que la griega. Se ha apuntado que éste es un factor de riesgo elevadísimo para el euro si España sucumbiera a una eventualidad de impago como Grecia. Se estima que el rescate de Grecia puede costar entre 120.000 millones de euros (según el FMI) y 135.000 millones (cálculo alemán). El Eurogrupo había previsto 45.000 millones. Un hipotético salvamento de España sería, afirman los más críticos, inasumible por su magnitud para el resto de países del euro. Pero si se aplica el criterio que ha guiado las intervenciones públicas de magnos bancos americanos y europeos en esta crisis, el argumento podría invertirse: España es demasiado grande para dejarla caer porque su riesgo sistémico sería desproporcionadamente mayor.

Exposición al contagio. España está muy expuesta a un contagio de la crisis griega, al igual que Portugal e Italia, por analogía. Ésta se fundamenta en apreciaciones objetivas (elevados niveles de déficit fiscal) pero también en prejuicios hacia los llamados PIGS. Sin embargo, España tiene un riesgo bajo de impacto directo por un efecto dominó en el caso de que se produjese una suspensión de pagos por el Gobierno de Atenas o una reestructura de la deuda griega con su consiguiente quita o condonación de parte de lo adeudado. España es el undécimo país por el volumen de riesgo que tiene contraído su banca en la compra de deuda pública helena (0,6% del total), mientras que la banca francesa acumula el 40,8%, y la alemana, el 23,3%.

Vencimientos. España tiene pendientes de afrontar durante este año vencimientos de su deuda pública por valor de 120.000 millones de euros (recursos que deberá devolver a los inversores) y que equivale al 21% del total de su deuda. Y prevé emitir deuda nueva por valor de 228.000 millones, de los que ya ha colocado en el mercado sin problemas el 31% (70.000 millones). Los vencimientos de Grecia para este año se estiman en 52.000 millones. Esta cifra, aunque es el 43% de la española, representa para Grecia un esfuerzo ligeramente mayor en relación a su PIB, pero muy superior en términos de aceptación de la calidad de sus títulos por el mercado.

Retos españoles. Sin embargo, España tiene retos que afrontar. En realidad, se enfrenta a una situación crítica generalizada, aunque con intensidad distinta según cada país. España tendrá que hacer más esfuerzo que la media para atajar el déficit y reconducirlo al 3% en 2013, reducir el paro (sólo Letonia le supera en tasa relativa), fortalecer a su sistema financiero frente a la morosidad al alza y para implantar un nuevo patrón de crecimiento que permita sustituir el efecto tractor que ya no podrá (ni deberá) dispensarle el sector inmobiliario.