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El presidente de Caja Mediterráneo (CAM), Modesto Crespo, negocia con el de Bancaja, José Luis Olivas, la fusión de las dos entidades, según confirmaron a este diario fuentes conocedoras de la situación. La operación se habría puesto en marcha a instancias del vicepresidente económico del Consell, Gerardo Camps, tras el fracaso de las negociaciones entre la entidad alicantina y Cajamurcia el pasado lunes. Así, tras un primer contacto mantenido el martes, Crespo y Olivas habrían iniciado ayer las negociaciones poniendo ya las cuentas sobre la mesa. En este sentido, fuentes de la entidad alicantina aseguraban que se ha puesto a trabajar a «todo un equipo» de personas para intentar que los números cuadren, algo bastante difícil dada la duplicidad de redes y el solapamiento de negocio que existen entre ambas.

Sin embargo, CAM y Bancaja están obligadas a presentar al Banco de España un proyecto viable si quieren que el organismo regulador autorice su unión y, sobre todo, si quieren recibir las ayudas del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob). En este sentido, hay que recordar que estas ayudas son, en realidad, créditos que las entidades deben devolver en el plazo de cinco años a un interés del 8%, por lo que sólo se otorgan si se presenta un plan de reordenación creíble.

Según las citadas fuentes, por parte de Caja Mediterráneo sería el presidente, Modesto Crespo, quien accedió a su cargo hace menos de un año, el que estaría llevando en solitario las negociaciones con Olivas. Por contra, todas las fuentes —oficiales o no— de Bancaja negaron ayer rotundamente que se estén manteniendo negociaciones. Es más, aseguraron que en la jornada de ayer no se registró ningún movimiento en el equipo directivo ni en el presidente que revelara unas conversaciones de estas características. Algunas fuentes de la entidad con sede en Valencia aseguran que del encuentro del martes entre Gerardo Camps, Crespo y Olivas no surgió nada en concreto y apuntan como la mejor prueba de ello el hecho de que el presidente de Bancaja afirmara en público el jueves que en este momento no estudia una fusión con la CAM. Y es que ni Olivas ni su equipo directivo apuestan por una operación como ésa por sus elevados costes y su escasa complementariedad: las dos están tocadas por el sector inmobiliario, comparten clientes, coinciden en nivel de riesgo, aunque no de tamaño, y tienen muchas duplicidades en la red. Así que Olivas dice que prefiere esperar a una segunda oleada de fusiones para ver las ofertas que puedan surgir.

Pese a todo ello, las fuentes consultadas creen que esta estrategia sólo cambiaría por presiones del Consell. Unas presiones que están redoblando en los últimos días empresarios de toda la Comunitat Valenciana que, tras el fracaso de la negociación con Cajamurcia, empiezan a ver con temor, ahora también los alicantinos, la posibilidad de que, en vista de la presión del Banco de España, la CAM acabe absorbida por Caja Madrid. Esta operación, según las fuentes consultadas, tampoco se da por descartada en la entidad alicantina.

Gerardo Camps reiteró ayer la apuesta del Consell por la fusión entre Bancaja y la CAM y la conveniencia de que las sedes de las cajas estén en la autonomía, aunque matizó que en un proceso de fusión deben primar los criterios económicos sobre los políticos, lo que, en la práctica, supondría rechazar la unión interna.