"Francia y Alemania están dañando a la UE", en opinión de la vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Justicia, Viviane Reding. El acuerdo entre los dos países centrales de la UE para promover la reapertura del Tratado de Lisboa, que actúa como la nueva carta magna de la Unión Europea, suscitó, en los días previos a la cumbre de ayer en Bruselas, el rechazo del resto de los 27 países y la crítica de Reding, quien, semanas atrás, ya se enfrentó al presidente francés, Nicolas Sarkozy, por su política de expulsión masiva de gitanos hacia Rumanía.

El eje de Francia y Alemania, principal factor de poder e influencia en la UE, planteaba dos pretensiones. Una es que el fondo de rescate que se creó en mayo con carácter temporal y una dotación de 750.000 millones de euros para acudir en auxilio de cualquier país miembro de la Unión que se viera al borde de la suspensión de pagos por la crisis de la deuda soberana se convierta en permanente, con lo que, de facto, pasaría a erigirse en una suerte de Fondo Monetario Europeo (FME). La otra intención de Alemania y Francia es penalizar con la retirada del derecho de voto en los órganos comunitarios a los países que incumplan los objetivos de déficit y de deuda.

Procelosa tramitación

Para hacer realidad ambos fines, las dos grandes potencias de la UE juzgan imprescindible reformar el Tratado, que apenas lleva un año vigente, tras una procelosa y accidentada tramitación aprobatoria país por país, y que llegó a hacer temer que acabase en fracaso.

Las críticas de Reding y diversos países al plan franco-alemán obedecen a cuatro consideraciones. Una de ellas es que Alemania y Francia no deben tomar iniciativas al margen de los socios. "Todo esto es innecesario y dañino. Las nuevas reglas no las hacen dos, sino 27". Reding ha calificado, además, de "suicida" intentar reabrir el Tratado de la Unión: "¿No se han enterado de que nos hicieron falta 10 años para conseguir uno nuevo?"

Pero lo que realmente irrita a la generalidad de los países es que Alemania y Francia, que incumplieron el Pacto de Estabilidad entre 2003 y 2005, demanden ahora sanciones a los países que incurran en su inobservancia en el futuro. "Estoy muy preocupada", dijo Reding, ante lo que plantean "dos países que en 2004 y 2005 rompieron las reglas del Pacto de Estabilidad. (É) Están haciendo mucho daño a la UE. Y me temo que no han aprendido nada de la crisis".