e alguna forma, el mercado del arte ha sido uno de los síntomas de los cambios en la política y la economía mundiales desde el final de la Edad Media. «Hay una correlación entre los mercados emergentes del arte y los países dominantes o en vías de serlo», asegura el director de la Unidad de Investigación de la Economía de la Cultura de la Universitat de València, Pau Rausell, quien apunta que el declive de la Italia renacentista desplazó el centro de las compras de arte hacia Inglaterra, Francia y España. Cuando la revolución inglesa, el protagonismo pasaron a tenerlo las monarquías hispana y gala, que engrosaron sus colecciones a costa de las británicas. El siglo XX, añade, es la centuria de Estados Unidos, un gran comprador de arte europeo de las vanguardias, como ponen de manifiesto sus numerosos museos y colecciones privadas nutridos con esta expresión artística. Nuestro incipiente siglo, nadie lo duda, va a ser el de China y el mercado del arte también lo está anticipando.

La consultora Artprice.com, en su informe El mercado de arte contemporáneo 2009/2010, lo tiene claro: «El ganador de la competición mundial es China, que ahora cuenta con cinco casas de subastas clasificadas entre las 15 primeras del mundo por ingresos (de arte de todos los períodos) y mantiene el magnetismo de su mercado atrayendo a cada vez más inversores en cultura». «Mientras los mercados estadounidense y británico —añade el informe— se afanaban por recuperarse en la segunda mitad de 2009, las subastas chinas prosperaban y el país registraba sus mejores ingresos semestrales de subastas de la historia». Tal es así que los 384,4 millones de euros generados por las ventas de arte en el gigante asiático en la segunda mitad del mencionado ejercicio representaron más del doble de los resultados de Francia y fueron muy superiores a los del Reino Unido. Ya sólo va por delante Estados Unidos, como sucede en la geopolítica mundial. Hong Kong, tras Nueva York, Londres y París, es la cuarta ciudad del mundo por ingresos por subastas; la expansión de las casas de subastas asiáticas está amenazando la primacía de Christie´s y Sotheby´s, y, como añade Artprice.com, «el rápido desarrollo del mercado de arte asiático aún no ha alcanzado toda su madurez». «El centro de gravedad del mercado del arte global continúa su migración hacia el Este», concluye.

La emergencia china es fruto de su escalada constante hacia la cúspide del poderío económico mundial, pero también de los efectos de la crisis sobre los países que tradicionalmente han ostentado la primacía. El informe de Artprice.com concluye que el mercado del arte contemporáneo «no se ha librado de los efectos de la desaceleración» y destaca que los segmentos más afectados han sido el «arte emergente (que disfrutó de una enorme cantidad de compras especulativas antes de la debacle)» y las «obras millonarias». «Tras las inversiones impulsivas y las ventas rápidas y lucrativas del período 2005-2008, los compradores de arte han reorientado su atención hacia firmas más asequibles y seguras», aunque, como dice el informe, «ni la crisis ni la consiguiente volatilidad del mercado han logrado desanimarlos». Y es que «se han abandonado las áreas más caras y especulativas del mercado contemporáneo, lo que ha vuelto a arrastrar las cifras de ingresos de subastas a terreno negativo». Los ingresos totales de las subastas cayeron entre junio de 2009 y junio de 2010 un 23% frente a idéntico periodo precedente. El estudio añade que «las cifras de finales de 2009 fueron especialmente malas para las firmas más candentes del arte contemporáneo» y detalla que los ingresos de Damien Hirst fueron 14 veces inferiores a los del año anterior y Jeff Koons generó sólo un tercio de su total de 2008. Y es que, como ha quedado dicho, los inversores y grandes coleccionistas , «pese a que el panorama de mercado puede parecer algo desastroso», han cambiado su enfoque hacia los autores más consolidados, de tal forma que en el período 2009/2010 las ventas de arte de ocho dígitos —es decir, más de nueve millones de euros— se han concentrado en figuras ya clásicas como Alberto Giacometti, Amedeo Modigliani o Pablo Picasso, cuyo Desnudo, hojas verdes y busto, fue la obra más cara vendida el año pasado, con 81,9 millones. La crisis está ahí para todos, pero a algunos les afecta mucho menos.

Panorama valenciano

Y ¿cuál es el panorama que se otea en la Comunitat Valenciana? En general, «dramático», según los testimonios de las galerías de arte consultadas. En primer lugar, hay que precisar que estamos hablando de un mercado de reducidas dimensiones. Pau Rausell estima que, con fecha de 2008, la aportación de este negocio al PIB español estaba en torno a los 3.000 millones de euros. Sólo el 5%, aproximadamente, correspondía a la Comunitat Valenciana. Es decir, unos 150 millones. Mayka Sánchez, presidenta de la Asociación de Galerías de Arte de la Comunitat Valenciana asegura que en el último año y medio se ha dado de baja más o menos la mitad de los socios (entre seis y siete) a causa de la crisis. Las ventas han descendido cerca de un 70%: «Estamos en caída libre y seguiremos así este año». Sánchez asegura que el «dinero está parado, porque hay mucha incertidumbre y la gente que tiene no lo gasta». Lo que se vende son productos de artistas «muy consolidados vivos o muertos». Se trata de valores seguros, pero «a precios bajos».

Y eso que coincide con la presidenta de la Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo de la Comunitat Valenciana, Pilar Dolz, en que este tipo de artículos son valor refugio de inversión «que no se utiliza». Como «no se vende nada», considera que no importa que bajen los precios. A este respecto, Sánchez contó que en una subasta reciente «los precios de salida estaban a menos de la mitad de su valor y quedó desierta en muchas piezas y en las que se vendieron las pujas fueron mínimas y no llegaron al valor real de la obra». Esta galerista afirma que quienes lo están pasando peor son los artistas, que no pueden bajar sus precios —y no lo hacen— para mantener su caché y «no dar la sensación de que han estafado a otros clientes». El resultado es que las ventas merman mucho. La crisis, además, ha provocado que muchos coleccionistas se estén desprendiendo de parte de sus colecciones, lo que está provocando en su caso un considerable descenso de precios y, asimismo, «que haya más oferta de gente que vende que compradores». Maika Sánchez afirma que, pese a todo, ahora es el momento de comprar arte, «porque está apareciendo de todo, como en el sector inmobiliario». ¡Qué tiempos aquellos!.