El administrador del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y ya ex director general del Banco de Valencia, José Antonio Iturriaga, resumió ayer con una frase el desenlace final de la entidad financiera nacionalizada y posteriormente vendida a CaixaBank: "Era una operación a corazón abierto donde el paciente ha muerto. No hemos hecho otra cosa que dedicarnos a intentar sacar este banco adelante". El dirigente del FROB resumió así la lenta agonía del banco, cuya gestión se ha llevado con "criterios de prudencia y aplicando las mejores prácticas bancarias" para evitar un proceso de liquidación y preparar un proceso de subasta que concluye con la cesión del BdV a la entidad catalana que preside Isidro Fainé.

En su última intervención como director general del Banco de Valencia, Iturriaga, aseguró en el inicio de la junta de accionistas que la inminente desaparición de la entidad "ha sido un duro golpe" para los accionistas y los tenedores de preferentes y subordinadas, que han sufrido enormes pérdidas, como exigía Bruselas en el memorando de ayuda al sistema financiero español, pero añadió que, a pesar de eso, de la "decepción" y de la "inviabilidad del banco, nadie ha soportado pérdidas superiores a las que hubiera ocasionado su liquidación".

A este respecto, insistió en que la antigua joya de la corona de Bancaja "era inviable" y había que "evitar su liquidación", porque el principal interés estaba en salvar "a depositantes y clientes". La liquidación, solicitada por la Comisión Europea, se eludió in extremis cuando el FROB decidió vender la entidad por un euro a CaixaBank con un coste para los contribuyentes de unos 6.000 millones de euros, ligeramente inferior a los 6.340 en que se cifró el "valor liquidativo". La venta comportó que la entidad llevara a cabo este año un nuevo ERE de 795 personas a sumar a los 360 del expediente del año anterior, pero Iturriaga destacó ayer que la medida, pese a su carácter "traumático, ha permitido mantener al 50 % de la antigua plantilla del banco".

Iturriaga, que soportó una veintena de intervenciones durante la maratoniana junta general de accionistas, justificó la venta del banco "a la mejor opción" (frente a Santander, BBVA y Bankinter), así como sus últimos procesos de desinversiones (como Nordkkap),