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El bienestar de los valencianos se requebraja con la crisis

El Índice de Desarrollo Humano autonómico desciende menos que el español, según el IVIE

Tras los años de oropel de principios de siglo, la llegada de la crisis empezó a hacer mella en el bienestar de los valencianos. Es una tendencia que, ni mucho menos, ha cesado. No obstante, el decrecimiento experimentado desde 2007 y hasta 2010 es inferior al de la media española y se sustenta en la menguante renta per cápita, dado que los otros componentes del Índice de Desarrollo Humano -la salud y la educación- seguían al alza al cierre de ese ejercicio, que en la práctica fue una mera estación de paso antes de entrar en el túnel por el que sigue discurriendo la empobrecida sociedad valenciana. El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) publicó ayer un informe sobre Crisis económica y efectos en el desarrollo humano que pone de relieve las primeras consecuencias constatadas sobre el bienestar de españoles y, por tanto, valencianos.

El documento se centra en el análisis del Índice de Desarrollo Humano (IDH), creado por Naciones Unidas en 1990 a partir de las ideas del Nobel Amartya Sen, que propugnaba, para evaluar adecuadamente el desarrollo de los países, tomar en consideración las "capacidades" de sus habitantes más que las realizaciones a nivel macroeconómico. A partir de entonces, el PIB (Producto Interior Bruto) dejó de ser la única variable a considerar para comparar el bienestar de los pueblos y en su lugar, como detalla el IVIE, se consideraron, en un índice, variables de salud, educación y bienestar material.

El IDH, como todo índice con base estadística de múltiples países, ha estado sujeto a revisión: la ONU lo modificó en 2010 y ha iniciado nuevas reuniones en las que ha participado Carmen Herrero, una de las investigadoras del IVIE. Viene a colación esta digresión sobre metodología por el hecho de que el prestigioso instituto valenciano ha propuesto un Nuevo Índice de Desarrollo Humano (NIDH) que incluye en su informe y que considera que ofrece una fotografía más precisa de la situación de los países, en especial de los ricos, donde es más difícil apreciar ciertos cambios.

Sea como fuere, el estudio del IVIE pone de manifiesto que "los efectos de la crisis económica se hacen palpables en la variable de bienestar material o renta", más que en la salud o la educación, los otros dos parámetros que dibujan el panorama de desarrollo humano de un territorio.

Así, tomando en consideración el NIDH, que el IVIE considera más preciso, el bienestar general de los españoles se redujo en un 4,4 % en relación al que hubiera tenido si la crisis no hubiera cortado de raíz la prosperidad de los años de bonanza a partir de 2007. La foto es de 2010, motivo por el cual el instituto no duda en asegurar que ese porcentaje, en este final de 2013 y tras la recaída en la recesión, el mayor paro y los recortes públicos, es aún más negativo. En el caso valenciano disminuye en un 3,5 %, solo peor que Asturias, Castilla y León, Navarra y Cataluña y, por tanto, casi un punto mejor que la media nacional. En el caso del IDH de Naciones Unidas, el descenso español sería del 0,7 % y el valenciano, del 0,6 %.

Como ha quedado dicho, la renta es la variable que baja en este período y lo hace de forma considerable. Según los cálculos del IVIE, se reduce en España un 13,7 % y en la Comunitat Valenciana poco más de un 10 %. Los descensos, según el IDH, son, respectivamente, del 2,1 % y de cerca del 2 %. A este respecto, el informe apunta que la renta per cápita española ha retrocedido a los niveles de 2003 y que la valenciana lo ha hecho todavía más, a los de 1999, con datos de 2012.

Por contra, las variables de esperanza de vida (salud) y educación "no solo no han sufrido ningún deterioro en los primeros años de la crisis [hasta 2010] sino que han crecido a una tasa superior" a la estimada en el caso de que la crisis no hubiera surgido. Ello es debido a que ambos parámetros "requieren de un período de contracción más largo para verse afectados". Lo que está por ver es si tres años después de este análisis ya experimentan deterioros claramente perceptibles.

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