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Investigación

La joven que contrató al sicario dijo que quería vengar una violación

La supuesta inductora del ataque con ácido se negó a pagar al descubrir que se habían equivocado

La joven que supuestamente contrató a un sicario para arrojar ácido a la cara a un conocido dijo al conocido que contrató para llevar a cabo el ataque, del que acabó siendo víctima un investigador científico al que confundieron con el verdadero destinatario, que pretendía vengar una violación.

Según su versión, un conocido la habría mantenido encerrada en un piso donde la habría agredido sexualmente, por lo que quería infligirle un castigo lo más duro posible. Con esa premisa, habría contratado a un conocido suyo, Julio Alberto B., quien a su vez habría enrolado en la agresión a los otros dos detenidos: José Ramón N. M. y Alberto José D. P.

Aunque los tres se contradijeron y se incriminaron entre ellos, tanto en sus declaraciones ante la policía como ayer ante la juez de Instrucción número 12, que lleva la causa, todo apunta a que fue precisamente Julio Alberto el presunto autor material del lanzamiento del ácido.

De hecho, fue en su domicilio donde la Policía Científica encontró, durante el registro practicado el martes pasado, señales en el suelo que evidencian que había estado ensayando la efectividad de la mezcla de ácidos que fabricó para presuntamente cumplir con el encargo de su amiga.

No quiso pagar al descubrir el error

Al parecer, la presunta inductora se habría negado a pagar la cuantía pactada cuando descubrió, al día siguiente del ataque, que el hombre al que quería escarmentar no tenía ni una sola marca en la cara.

Según se deduce de las declaraciones repetidas ayer por los tres arrestados -los tres accedieron a declarar y contar su versión ante la juez-, la supuesta inductora vio al día siguiente, el pasado 19 de julio, que su objetivo había colgado fotos suyas en su muro de Facebook con la cara intacta, por lo que se habría puesto en contacto con el supuesto «sicario» para pedirle explicaciones y anunciarle que no iba a pagarle lo pactado ya que no había cumplido su parte del trato.

Fue así como los encartados supieron que se habían equivocado de persona. Ya era tarde. Para entonces, Juan Pablo, el doctor en Física de 34 años al que arrojaron un vaso lleno de ácido en la cara cuando tomaba algo en una terraza de la plaza del Cedro la noche del 18 de julio con dos amigos y compañeros de trabajo en el Instituto de Física Corpuscular (IFIC) de Valencia, ya había perdido por completo la visión de un ojo y casi toda del segundo, y luchaba bajo sedación en el Hospital La Fe contra el agudo dolor que le provocaban las quemaduras que le han desfigurado por completo el rostro.

La víctima continúa de baja y sufrirá secuelas muy graves, lo que le ha valido a los ahora arrestados que hayan sido imputados por un delito de asesinato en grado de tentativa y otros dos de lesiones, ya que los amigos de Juan Pablo sufrieron quemaduras leves por las salpicaduras.

Mientras, la Policía Nacional continúa intentando averiguar la composición exacta del ácido empleado, para lo cual fue fundamental el rastreo que realizaron agentes de la Policía Científica y de Homicidios, en compañía de uno de los arrestados, José Ramón N. M., en un descampado de Port Saplaya donde tiraron el vaso aquella noche, y que los agentes lograron encontrar después de tres horas de intensa búsqueda, gracias a la colaboración de ese acusado, representado por el letrado Francisco Estevan. El recipiente ya ha sido enviado al laboratorio central para que rastreen restos del líquido.

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