La crisis económica ha sido devastadora para toda la sociedad, pero de manera especial para los millones de españoles que perdieron su puesto de trabajo por el cierre de sus empresas o la necesidad de estas de realizar ajustes en los gastos para tratar de sobrevivir. Sin embargo, el comportamiento laboral de las mercantiles no ha sido homogéneo. Así, las empresas familiares, aún a costa de su rentabilidad y su productividad, han tenido un mayor compromiso con el empleo. De hecho, las firmas de esta tipología que han seguido activas han incrementado durante la recesión el número de trabajadores por cada millón de euros ingresados, pasando de 4,7 empleados por millón de facturación en 2007 a 5,1 en 2013. Por contra, las sociedades no familiares que han sobrevivido a la crisis redujeron esa cifra de 3,1 a 3 en idéntico período. De ahí que el presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), Javier Moll, asegure que «hay motivos para argumentar» que estas firmas «constituyen un bien social a preservar, o incluso para definirlas como el capitalismo con rostro humano».

Lo datos forman parte de un estudio elaborado por el IEF y su red de cátedras universitarias que ayer fue presentado en Madrid. El informe ha contado con el patrocinio del Banco Santander y en su confección, que se ha extendido durante dos años, han participado cerca de 80 investigadores que han analizado una muestra de 142.000 empresas.

Entre las principales conclusiones del documento cabe destacar que las empresa familiar española genera el 67 % del empleo del sector privado, equivalente a 6,58 millones de puestos de trabajo, frente a los 3,28 millones de las mercantiles no familiares. Asimismo, su peso en la actividad económica equivale al 57,1 % del Valor Añadido Bruto (VAB) del sector privado, que mide la diferencia entre la producción de bienes y servicios y el consumo intermedio.

El informe pone de manifiesto que la crisis ha provocado una «fuerte caída de la rentabilidad» de las compañías, «más acentuada en el caso de las empresas familiares debido en gran medida al mencionado compromiso con el empleo». Sin embargo, también concluye que las firmas familiares que superan el umbral de los 50 trabajadores «son capaces de obtener rentabilidades económicas superiores a las no familiares», un dato que «rompe la idea» de que estas compañías «son siempre más pequeñas y menos rentables que las no familiares».

Por último, el IEF constata la enorme trascendencia de estas sociedades en el tejido empresarial, donde representan un 88,8 % del total de firmas, es decir, algo más de un millón de unidades. La agricultura, la industria manufacturera, la construcción y el comercio son las actividades donde tienen mayor presencia.