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Patronal

Fisuras en la nueva patronal autonómica

La creación de Confeindustria, un proceso en el que la CEV ha estado al margen, merma la cohesión entre los dirigentes

Aunque se venía trabajando el proyecto desde hace unos meses, nada más lograr el viernes de la semana pasada el plácet del conseller de Economía, Rafael Climent,sus promotores convocaron para el lunes un acto con los medios para su presentación oficial.

No cabe decir que pillara a contrapié a las estructuras de la nueva CEV, porque su presidente, Salvador Navarro, había sido informado con anterioridad. El líder del metal, Vicente Lafuente, lo contó el mismo lunes. Con el proyecto ya casi cerrado, convinieron en que había que explicárselo. Le llamaron a la sede de Femeval y se lo soltaron. Hechos consumados, que se dice. Lafuente dijo que a Navarro le «sorprendió». Bueno. Parece que fue algo más que eso. El movimiento de estos dirigentes, en especial la actitud de Lafuente -un fiel aliado de Navarro desde antes de que este accediera a la presidencia de la CEV en 2011- ha provocado más bien malestar en la organización. Navarro y su equipo directivo entienden que, con el proceso de captación de federaciones y empresas de las tres provincias en el que acaba de entrar la nueva CEV y con la oposición al proyecto de la provincial alicantina Coepa, no era el momento para lanzar Confeindustria. Tampoco ha gustado, claro está, que se visualizara que la CEV ha estado al margen de este movimiento, que interpretan, sin ningún género de dudas, como la pretensión de la siempre poderosa industria -léase, metal- de mostrar públicamente su peso en la nueva patronal. Femeval ha sido tradicionalmente el gran referente sectorial de la CEV y no es la primera vez que se exhibe de esta manera. De alguna forma, la queja principal procede del secretismo con que se ha pergeñado esta iniciativa, que entienden alejado de unos nuevos tiempos en que debe primar la cooperación. Pero también es verdad que, sin una política de hechos consumados, tal vez Navarro habría intentado retrasar el nacimiento de la nueva organización. Y eso no lo querían sus promotores.

Lafuente, por su parte, ha redoblado esfuerzos estos días para tratar de contrarrestar esa impresión. La persona señalada por Navarro para ocupar una de las tres vicepresidencias sectoriales en la futura CEV ha explicado que, en efecto, las federaciones del sector secundario no renuncian a mostrar su potencia -sobre todo porque contribuyen religiosamente con el pago de cuotas, a diferencia de otros sectores, como la construcción, que están a dos velas-, pero que la creación de Confeindustria, al incorporar a organizaciones clave de Castelló y Alicante, es el mejor vehículo para lograr la máxima representatividad autonómica de la CEV. El líder del metal, que ya ha atraído a su causa a sus homólogos de Alicante, la Fempa, aseguró el lunes que, tras la sorpresa inicial, Navarro ya ha comprendido las bondades del proyecto, que, por cierto, respalda José Vicente González, todavía presidente de la Cierval en fase de liquidación.

Lo cierto es que, quizás para contrarrestar el efecto propagandístico, la CEV ha mostrado su voluntad de convertirse en confederación de confederaciones y que, además de la industria, otros sectores como el turismo, el comercio y los servicios tengan en su seno una organización que los aglutine.

Dicho todo esto -y sorprende que en un bando y otro se señale, bien de la maquinación bien del malestar, a los directivos de cada organización- el asunto no debería pasar a mayores siempre y cuando, desde Confeindustria, se den los pasos siguientes en sintonía y conocimiento de la CEV, y desde la nueva autonómica, en especial su presidente, se entienda que en realidad la nueva organización es una oportunidad para sumar adeptos en un momento en que las espadas con Alicante están en alto. Basta con colocarse por delante del batallón. El tiempo, como siempre, dirá.

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