La dimensión que alcanzó la empresa fundada por Juan Lladró y sus hermanos fue tal, que en septiembre de 1992, la entonces superestrella del pop Michael Jackson quiso visitar la fábrica de Tavernes Blanques, antes de su actuación en Madrid con motivo de una gira en España, que condicionó a poder entrar en la factoría de l’Horta.

En aquel encuentro, los tres hermanos mostraron las instalaciones al artista, que se llevó de recuerdo varias figuras de porcelana y firmó en el libro de honor. De hecho, quedó prendado de una pieza de Martin Luther King y otra de Campanilla. Así lo contaba este diario en aquel año olímpico.

Michael Jackson pidió a los Lladró que hicieran una figura suya rodeada de niños. Y así lo hicieron, aunque nunca llegó a comercializarse y el artista tenía la única pieza. Su colección, de varios centenares salida de la fábrica de Tavernes, fue subastada cuando los problemas económicos afectaban al cantante.