Uno de los signos distintivos de la recuperación económica, en lo que al empleo se refiere, es que se está sustentando en la precariedad, porque los puestos de trabajo que se generan ni son indefinidos ni comportan grandes remuneraciones. Sin embargo, los últimos datos en poder del Institut Valencià d'Estadística (IVE), procedentes de la Encuesta de Población Activa (EPA) de diciembre de 2017 ponen de manifiesto que la temporalidad en el mercado laboral autóctono ha descendido en términos generales en la última década, es decir, el período que engloba el inicio de la crisis, todo su devenir y los años de salida en los que estamos ya inmersos. El tsunami de la Gran Recesión se llevó por delante a un sinnúmero de puestos de trabajo. Los primeros que cayeron fueron los eventuales. Los que más resistieron fueron los indefinidos.
Así, la tasa de temporalidad alcanzaba el 34,2 % al cierre de 2007, mientras que diez años más tarde, en diciembre de 2017, había descendido al 30,2 %. Justo cuatro puntos menos. No obstante, los datos del IVE también reflejan que el descenso del mencionado indicador no ha beneficiado por igual a todos los tramos de edad. Los más damnificados, sin duda, son los jóvenes. Las personas situadas entre los 16 y 24 años sufrían una temporalidad del 63,8 % en 2007. Diez años más tarde ese porcentaje había subido al 76,9 %. Por contra, en el colectivo de los mayores de 55 años se ha producido un descenso de casi seis puntos: desde el 18,3 % al 12,5 %.
La temporalidad es menor entre los hombres (29,3 %) que entre las mujeres ( 31,2 %), pero la reducción ha sido ligeramente mayor en estas últimas (4,6 puntos respecto a 2007) que entre los primeros (3,6). Los jóvenes de entre 16 y 24 años padecían en 2007 una tasa del 61,9 %, mientras que las féminas de la misma edad estaban en el 66,2 %. Diez años más tarde, dichos porcentajes habían subido prácticamente lo mismo: al 75,5 % en el primer caso y al 78,4 % en el segundo. Entre los mayores de 55 años, los hombres tenían una temporalidad del 14,2 % en 2007 y del 12, 2 % en 2017, mientras que en las mujeres esos porcentajes eran, respectivamente, del 24,9 % y del 12,8 %
