La palabreja es un americanismo de Puerto Rico y la República Dominicana. Quiere decir «ponerse en cuclillas» o, metafóricamente, «humillarse, someterse». En origen era un africanismo verbal llevado al Nuevo Mundo por los esclavos negros que atiborraban de mano de obra barata la América española. Para entendernos: los licenciados españoles de la época puestos a limpiar retretes. Ellos sabían perfectamente qué era ponerse de cuclillas y acatar órdenes. En política, humillarse y someterse es moneda corriente. A veces también es un acto común entre los electores. Hay votantes de Izquierda Unida que se someterán „no saben por qué, pero es lo que dice la corriente y ellos acatan„ a las encuestas y al clima mediático y acabarán votando a Podemos sin quererlo. Otros simpatizantes de UPyD humillarán a su intelecto y se verán empujados a coger la papeleta de Ciudadanos y dejar en la cuneta a los verdaderos asesinos del bipartidismo, que se inmolaron con su María Antonieta rubia apuntando a Bankia. Es el voto útil, 2.0, pero igual de cruel que siempre. Un momento: ¿útil? ¿Cuántas elecciones se han ganado por un solo voto? Ninguna. Y no será ésta la primera. Por tanto, su voto no hará que uno u otro sea el presidente. Más que útil, lo que muchos no quieren es ser del perdedor, del que se queda en cifras ridículas. Si fuera por útil, ¿hay algo más útil que quedarse satisfecho con lo votado? Por cierto: ñangotado significa «servil, adulador». Ésos merodearán las sedes ganadoras en la noche electoral. «A l´olor de la dot acudeix el borinot».