Hubo una Inés Peralta por las alturas falleras, en la corte infantil, allá por 2004. Ahora ha vuelto a primera línea otra Inés Peralta más mayor de edad, más alta (bastante más alta) de estatura y que le tiene «un aire» a aquella niña. Siendo, como aquella, de la misma comisión, Marqués de Lozoya-Poeta Cervera y Grífol, todo apunta a que es la misma persona. Y lo es. «¿Qué ha sido de mi en estos trece años? Pues me he centrado en los estudios y desde hacía tiempo esperaba éste como mi año de fallera mayor». Con el grado de biotecnología y el nivel B2 de inglés, ahora busca trabajo en la investigación sanitaria o en el sector alimentario. Y también alcanzar la corte mayor. «He estado trabando también en una empresa alimenticia, Dafsa, en control de calidad». En su falla aguardan con ilusión la final para completar el bucle: de Inés Peralta a Inés Peralta. Nadie ha logrado un puesto en la corte desde ella misma. «Es la falla de mi barrio, donde me siento cómoda porque es debajo de casa. Es mi casa».

Su candidatura llega después de que, porque sí, la condición de «ex cortesana» haya sufrido una corriente de mala prensa, especialmente a través de las redes sociales, sobre todo después de que, desde Marta Agustín a Estefanía López, seis de siete falleras mayores pasaran por la corte infantil.

En 2016 no hubo ninguna, aunque hubo candidatas (como su compañera de corte de 2004, María Peris). Los que antes hablaban, callaron. «Claro que lo he oído y lo he leído. Cambia, si se quiere, en que no eres tan ´anónima´ como otras candidatas y es como si te miraran más. Y más ahora, que todo el mundo lo sabe todo de todas nosotras. Haber sido de la corte infantil es un título que no me puedo quitar y no merecemos que eso sea un hándicap, de la misma manera que no es ninguna ventaja. No merecemos tener más posibilidades, pero también merecemos los mismos derechos a ser elegidas. Yo simplemente espero que ninguna de las que podamos llegar y que hayamos sido infantiles tengamos ni un punto más ni un punto menos que las demás».

De momento, ni siquiera conocer mucho del «mundillo» le evita asombrarse cada día. «Salí elegida el viernes y el sábado fui a la preselección de Canyamelar para ver a una amiga. Me vino gente a decir que sabía quien era y que me daban la enhorabuena».