Luce mucho en una preseleccionada la expresión «soy fallera de mi comisión toda la vida». Pero cuando ésta sólo tiene cinco años de vida, se hace complicado. María Martí es una de las falleras que ha ido enriqueciendo la comisión de La Punta. «Antes de nacer me apuntaron a Mosen Josep Cuenca y estuve hasta los catorce años. Luego tuve un parón de pocos años y cuando se creó la comisión tenía amigos que me dijeron el típico «deberías pasarte». Fui y caí. Además, tenemos casa allí. Mis padres y mis abuelos me dicen que debía haber conocido cómo era aquello hace años». Un pequeño barrio, más aldea que otra cosa, aprisionado por la ZAL, pero cuya joven comisión está teniendo cuota de pantalla. «Es una comisión muy familiar, pero a los nuevos que se incorporan se les trata muy bien. Creo que vamos a salir adelante con el paso de los años».

Y por si fuera poco, ella es la primera preseleccionada de su corta historia. «Ha sido un verdadero regalo. Nos quedamos en shock». Fue fallera mayor este año «aunque pensaba haberlo sido en 2017. Teníamos infantil, pero no mayor. Al final decidí adelantarme y ser dos. Eso, y la piña que hemos hecho las falleras mayores del sector hace que, no sabiendo cómo habría sido el futuro, el presente no ha podido ser mejor. Así, además, mi prima será la siguiente y mi hermana, la de 2018». Es educadora infantil y, pase lo que pase en septiembre, está dispuesta a preparar las oposiciones a la vez que inicia la carrera de Magisterio de Primaria. Y entre vez y vez, ayuda a su padre recogiendo naranjas en un huerto que tienen en Bétera.

Una afición diferente siempre es bien recibida. La suya es aún más. No ha llegado a ser «redstick» en la selección nacional, como alguna de sus amigas que disputará los Juegos de Río. Pero no lo hacía mal. «He sido jugadora de hockey hierba diez años en el Xaloc». Ha llegado a jugar en la Primera División, la categoría de plata.