Con sus imponentes 41 metros de altura, «València Ca la Trava» capta todas las miradas. No podía ser de otra manera, no solo por su envergadura, sino también por lo que representa. La falla municipal, que por cuarto año consecutivo planta Manolo García, cuenta con una buena dosis de sátira, crítica e ironía. Además es tremendamente respetuosa con la tradición, ya que se ha fabricado con la técnica de la vareta, es decir, materiales naturales. Sin embargo, su estética anda en boca de todos. Es provocadora, lo que entusiasma a muchos y escandaliza a no pocos. Pero el monumento de 2017 ha reabierto un viejo debate. ¿Debe apostar el Ayuntamiento por la innovación y la vanguardia, o respetar los cánones más estandarizados que representen a la mayoría?

Con el PP eran representantes elegidos por los partidos políticos los que elegían su proyecto. Con la llegada del Govern de la Nau y Compromís al área de Fiestas, la responsabilidad se ha trasladado a un grupo de expertos y se ha despolitizado. Fue un jurado el que eligió la falla de Manolo García, con representantes de la Federación de Fallas con Ingenio y Gracia, la Asociación Profesional de Diseñadores Valencianos, Gremio de Artistas Fallerosa, el Círculo de Bellas Artes y la Universitat de València.

Precisamente, el concejal de Fiestas; Pere Fuset, hace hincapié en que fue un comité de expertos el que hizo la selección. De hecho, reconoce, «tal vez yo no la hubiera elegido, porque los políticos somos unos miedicas en este tipo de decisiones». «Lo que me entristece -se lamenta- es que los políticos desprestigien las creaciones de los artistas». «La eligió un jurado y yo debo defender esa decisión, así como la integridad del artista», sostiene el representante de Compromís, que añade que las fallas que están en la memoria de todos «han sido siempre las más polémicas». «Es bueno que la falla municipal genere debate, pero estoy seguro que Ca la Trava será una de las más recordadas, como en su día lo fue la Torre Eiffel, la fachada del ayuntamiento o la de Ortifus».

En el Partido Popular consideran que «Ca la Trava» no representa el espíritu mayoritario de las fallas. «La respuesta popular es la que está marcando el grado de aceptación de esta falla. Es un enfoque que no es lo que la gente espera, conoce o se hace en la mayoría de las comisiones, respetando la versión peculiar o especial de los artistas», explica Félix Crespo. Para el edil popular el monumento de la plaza del Ayuntamiento «ha resbalado» porque «no ha captado la esencia de las fallas».

«Ca la Trava» tampoco ha conquistado a Ciudadanos. «Nos hemos encontrado con un monumento plantado en la Plaza del Ayuntamiento, que es la plaza de todos, que no han decidido todos. Cuando hay que recordar que ya existen comisiones que plantan fallas experimentales. Esperamos que a los visitantes les guste. A mí personalmente no me gusta. Sobre todo el monumento infantil», resuelve Fernando Giner.

En el PSPV, prefieren quedarse con los aspectos positivos. «El principal valor ha sido recuperar la tradición de levantar la falla al tombe, como símbolo de unidad, convivencia y de que con el esfuerzo de la sociedad se pueden superar todos los retos», explica Sandra Gómez, que recuerda que el monumento «no está exento de sátira e ironía que, al fin y al cabo, es una de las grandezas de las fallas...».

«La Falla Municipal me parece muy atractiva. Se trata de una apuesta arriesgada, pero creo que vale la pena. Estéticamente es muy innovadora y rompe con los canones tradicionales y se han utilizado materiales más sostenibles», según Jordi Peris (València en Comú).