Ha hecho bien Silla en crear la Fundació Pública Municipal Patronat de la Carxofa de Silla para salvaguardar y avivar esta hermosa tradición del folklore religioso valenciano, pues no abemos todo lo que debiéramos de ella. Lo más serio y profundo que se ha escrito al respecto es obra del maestro y compositor Andrés Valero Castells, hijo de Silla, de prestigio internacional, quien fija, de momento, su origen, al menos en su pueblo natal, en el siglo XVII.

La carxofa no es exclusiva en la actualidad de Silla, ni es la villa la madre de esta hermosa manifestación de candor infantil musical, con ancestros angelicales. Sí tiene el honor y el orgullo de conservarla con gran puridad y calidad, muy mimada por los expertos. Aldaia, Alaquàs, el barrio del Carmen de Valencia, y últimamente los barrios marineros de la capital, la recuperaron de las arcas del recuerdo. Los de Aldaia la reimplantaron no ha mucho en el Carmen, donde anteriormente, sobre todo en el XVII, fue famosa y luego se perdió.

De ello nos dio cuenta el P. Martín, quien en 1783, hizo una crónica poética de una solemnidad en su convento hubo carxofa: «Tras esto se descuelga un blanco globo/ Sostenido de alados Serafines,/ Que al mas cuerdo tenian hecho un bobo,/ I retumbando cajas y clarines/ Un Angel entonó un suave trobo,/ Encaramando el rostro de jazmines,/ Como el dulce rocio que platea/ La blanda grama, i grato la recrea».

En mi parecer, al final depararán las investigaciones que lo de la carxofa es mucho más antiguo y se remonta a los siglos XIII y XIV. Quienes hayan visto o conozcan el Misteri d´Elx, con orígenes en aquellos siglos, recordarán que una de sus escenas es el descenso lento desde la cúpula de una inmensa granada, que, suspendida en el espacio se abre en gajos a la manera de ramas de palmera portando en su interior un ángel, representado por un niño o niña, cantando en diálogo con la Virgen, a la que entrega una palma, volviéndose a los cielos subido en el artilugio.

Más que una carxofa, nombre popular que le ha dado el pueblo, en origen debió ser una granada por sus reminiscencias bíblicas. La granada es una fruta bíblica por excelencia. Es uno de los productos más típicos e importantes de Palestina, como la naranja lo es a Valencia. Sus abundantes granos son símbolo de fertilidad y motivo preferido de ornamentaciones religiosas, jardines y de los templos que aparecen citados en la Biblia. Por ello no es de extrañar que fuera insertada esa característica bíblica en las manifestaciones de religiosidad popular valencianas. Un ejemplo de ello es que en nuestra fiesta de Corpus tenemos la dansa de la mangrana, a cuyo término se abre en gajos y aparece una Custodia ante la que se arrodillan los danzantes.

Ayer, 6 de agosto, en Silla, al término de la procesión de su Cristo, detenida en la puerta de la iglesia su imagen, la plaza abarrotada, una niña de 14 años, Laura Ferrando Zaragozá, fue «l'angelet de la carxofa», ella es músico, estudia flauta en el Conservatorio y es miembro de la banda y coro de la Lírica de Silla.

Interpretó el motete de Rigoberto Cortina (1840-1920), «Glòria a Déu en les altures», acompanyada de la Orquestra Simfònica, la Coral Polifònica i Cor Jove de l'Agrupació Musical la Lírica, dirigidos por el brillante, estudioso y enamorado de esta tradición maestro Andrés Valero-Castells . Al final se efectuó el disparo de las 21 salvas de honor.