El uso excesivo de los teléfonos móviles está provocando casos de adicción que pueden causar, en el futuro, daños cerebrales similares a los de otras drogas, según defienden algunos expertos. No obstante, la adicción a las nuevas tecnologías y a los teléfonos móviles aún no ha sido tipificada en el manual de diagnóstico de los psicólogos, lo que dificulta la puesta en marcha de programas de prevención y terapias. De ahí que madres, padres y profesionales coincidieran en Alaquàs en la necesidad de incrementar los mecanismos de prevención.
Esta es una de las conclusiones de la cena coloquio organizada esta semana por el colectivo Alaquàs Debat, que tuvo como ponente invitado al psicólogo clínico experto en adicciones Enrique Madrid. El técnico hizo reflexionar sobre el volumen económico que mueve la industria del móvil al año y cómo se ha convertido en una herramienta cotidiana para muchas personas, entre ellos la mayoría de los adolescentes. además de la exclusión que se genera entre aquellos no usuarios.
Por ello, y para evitar el abuso que puede conducir a una adicción, Madrid propuso fomentar entre entre los adolescentes un uso responsable y «ayudarles que aprendan a dosificarse porque ellos no saben». Entre las medidas están poner límites a los horarios, establecer que el móvil quede fuera de la habitación a la hora de dormir, tratar de que se utilice en espacios comunes «pero no en momentos de diálogo» o limitar los contenidos También hizo reflexionar a los adultos sobre la necesidad de dar ejemplo, además de recordarles que, si bien la responsabilidad legal ante lo que hagan con el móvil a partir de los 14 años es de ellos, la económica será de los padres. Finalmente animó a pactar con los hijos un contrato de uso del móvil.
Por su parte, los participantes pidieron consejo en situaciones de adicción, plantearon que se puede educar en las ventajas que tiene el móvil para lo que los propios centros deberían utilizar más las tecnologías y coincidieron en no utilizarlos como medio para «que nos dejen tranquilos». También preguntaron dónde está el límite para controlar el uso que hacen los adolescentes sin invadir su intimidad y mostraron su preocupación por nuevas patologías que pueden surgir de otras tecnologías, o bien por la influencia que ciertos youtubers tienen en los adolescentes.
