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El alcalde de Xirivella renuncia a participar en las procesiones

Ricard Barberà presenciará el acto de esta tarde desde una zona reservada frente a la iglesia

Ricard Barberà, a la izquierda, durante la salida de la imagen de Sant Ramón estas fiestas. a. x.

El alcalde de Xirivella, Ricard Barberà (Compromís), no participará esta tarde en la procesión en honor a la Mare de Déu de la Salut y se mantendrá en un segundo plano durante la entrada y salida de la imagen de la iglesia. Así se lo ha comunicado a los clavarios y al sacerdote, manteniendo su postura coherente desde que fuera primero edil, donde no procesionaba, y también ahora que empuña la vara de mando.

«No queríamos estar obligados a participar en actos religiosos. Hemos sido invitados por los clavarios, asistiré como representante municipal pero no iré en la procesión», explicaba ayer el munícipe.

Barberà detalla que hoy, día de la patrona del municipio, acudirá a la misa mayor «pero no estaré en las primeras filas sino en otro punto discreto». Lo mismo ocurrirá con la procesión vespertina. Para ello se habilitará junto a la Casa de la Cultura, en la zona de vallado del recorrido de la procesión, un área para autoridades donde permanecerá el alcalde -y los cargos e invitados que lo deseen- durante la entrada y salida de la imagen de la Mare de Deú de la parroquia pero sin participar directamente en la procesión. Por ello, agradeció a los clavarios que permitieran habilitar el espacio específico en su recorrido.

«El alcalde debe hacer acto de presencia como autoridad y por la invitación de los clavarios y darles apoyo por su trabajo de todo el año, pero en un espacio donde quede identificada su postura», afirma el dirigente de Compromís.

En los actos religiosos organizados en el barrio de San Ramón ya se produjo una situación similar. Barberà y algunos concejales de Compromís se situaron en un lateral de la iglesia y presenciaron la salida del santo, estaban en la fiesta pero no participaron en la procesión, como sí hicieron ediles de PSOE y PP. «Se trata de una apuesta importante y clara por separar lo institucional de lo religioso, y a partir de ahora los políticos que quieran participar en una procesión lo podrán hacer estrictamente porque tengan fe, retornando así al rito religioso la distinción y espacio de fe que le corresponde», asegura Barberà.

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