Un autobús turístico se detiene junto al Museo del Hombre en París, y los pasajeros bajan a toda prisa para, en diez minutos, hacer fotos de la Tour Eiffel y los Jardines del Trocadero. Regresan corriendo al autocar, que no ha parado el motor; y en marcha de nuevo para cazar maravillosos lugares. He visto ofertas de viajes de verano por Europa, en autobús, que en doce días recorren Francia, Países Bajos, Suiza, Alemania e Italia. A la vuelta si les preguntas detalles del viaje te dirán que ha sido muy bonito y emocionante, pero que no hay nada como España. Y es que seguramente tienen unas ganas locas de salir del autobús y sentarse a la puerta de casa para contarles la experiencia a los vecinos: «Chica, ya nadie me tiene que contar cómo es Europa. Nos la hemos visto todita todita y sin aglomeraciones. Mira las trescientas fotos que he hecho, pero no me preguntes si la Torre de Pisa es de hierro, o si la Eiffel está inclinada. Eso sí, en ningún país se come como España. Ya estamos pesando en el viaje del año que viene: América.» «¿Toda?», le pregunta envidiosa la vecina. «Por supuesto, que son quince días, y ya que cruzamos el charco hay que aprovecharlo. En tres viajes más tengo visto el mundo, y luego a ver la patria que aquí también hay cosas preciosas.» Víctor Calvo Luna. VALÈNCIA.