En el universo fútbol existen pocos estimulantes más potentes que el frenesí provocado por el baile de nombres que acompaña a todo periodo de fichajes. Cada vez que el mercado se abre la rumorología cobra categoría de ciencia terapéutica, necesaria para calmar las inquietudes y alimentar los sueños de hinchas embriagados con vídeos en las redes que consiguen investir como estrella al jugador menos hábil y más desconocido.
La firma de nuevos futbolistas también es un elemento clave en la gestión del estado de ánimo de la masa social de una entidad. A veces es empleada como herramienta para atemperar a las masas, otras para que salte una chispa de esperanza que cambie los designios del equipo de forma milagrosa, y otras, sencilla y llanamente, para demostrar que existe vida inteligente en las plantas nobles de los clubes, así como para justificar el dispendio en salarios desproporcionados.
Pero este mercado invernal esta siendo frío en Orriols. Es el producto de la buena labor de la dirección deportiva y de los técnicos, que ha convertido al Levante en una maquinaria de suma de puntos, no siempre lúcida, pero eficaz. La realidad es que a día de hoy el aficionado granota presta más atención a los resultados de los rivales y a la diferencia de puntos con respecto al tercero que al capítulo de entradas y salidas.
Pese a la seguridad que transmite la escuadra comandada por Muñiz, resulta evidente que la parcela ofensiva necesita de una reformulación. Víctor Casadesús parece destinado a abandonar la disciplina azulgrana, ya que sus apariciones han sido anecdóticas durante el presente curso, además de contar con una elevada ficha, que no corresponde con su rol actual en la plantilla. Uno de estos peloteros que nunca ha terminado de seducir a la grada del Ciutat, pero cuyo rendimiento global en estos años ha sido positivo.
Más dudas hay con respecto al futuro de Rafael Martins, muy alejado del protagonismo que se le presuponía tras una gran campaña en Portugal, y una destacada pretemporada. Hasta el momento el ariete brasileño no ha sido capaz en ningún momento de igualar el excelente rendimiento „ni los goles„ de Roger.
Todo parece indicar que la prioridad de Tito está en confirmar en primer lugar las bajas, para poder dar luz verde a las posibles altas, precisamente porque a pesar de las carencias existentes en algunas demarcaciones (jugadores de banda y punta de ataque) y de que siempre hay margen para la mejora, el carácter resolutivo y compacto del equipo disipa cualquier atisbo de urgencia a la hora de realizar transacciones de futbolistas.
El metrónomo granota sigue un ritmo constante, alejado de los movimientos contrarreloj de otros conjuntos que no hicieron los deberes en su día. Este es sin duda el mejor testimonio de la solidez del proyecto deportivo, y de la capacidad de enmienda con respecto a una temporada caótica como la anterior. No hay mayor tranquilidad que tener un rumbo claro fijado.
