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La tacita de oro

El Llevant encadenó ante el Reus otro partido soporífero, sin ritmo, sin ocasiones, sin fútbol, sin tensión. Desde que empezó a circular que el ascenso estaba hecho, los granota dejaron de ser la escuadra que -con tesón, intensidad y brillantez táctica-, se ganó los elogios del mundo del fútbol. El levantinismo, tras la languidez de los últimos partidos, vive resignado a la espera del pinchazo de sus perseguidores mientras se van restando jornadas para conseguir así el ascenso matemático, ante la incomparecencia del líder, del equipo campeón. Un final de fiesta un tanto tristón tras una campaña histórica. En todo caso, la afición (abnegada y agradecida) lo dará todo por bueno si, al fin, se logra el objetivo.

Que no está conseguido. Que la grada lo dé por hecho, ante la aplastante superioridad en la tabla, tiene una cierta lógica; pero hay muchos motivos por los cuales, desde el club, de puertas adentro (y sobretodo en el vestuario), se debería mostrar una actitud más humilde y esforzada. Durante la semana se ha insistido en que si el Oviedo no gana (no sabemos el resultado a la hora de entregar esta columna), pierden Tenerife y Getafe y gana el Llevant, matemáticamente el ascenso sería un hecho mañana a mediodía. Sin embargo es más probable que el Cádiz venza al Llevant (si juega como en las últimas jornadas), y que ganen Tenerife y Getafe. En esta hipótesis, ambos se situarían a 16 puntos y el Cádiz, a 17, aunque madrileños y andaluces tendrían el goal average a favor, lo que en la práctica es un punto más. Y quedan 21 por disputarse. De entrada el Llevant ya no podría ascender matemáticamente ante el Oviedo la siguiente jornada. Y tras el paso de los asturianos por Orriols, se visita Vallecas, llega el Girona y se vuela a Tenerife.

Si las cosas se siguen haciendo mal, podría dilapidarse de forma preocupante el enorme colchón que tenía el Llevant e instalar el nerviosismo en todos los estamentos. Pero confiamos en que esto no suceda, esperanzados en que los blaugrana volverán a ser el equipo solvente que fueron, al fin, en Carranza, un escenario, por otra parte inolvidable. Las dos últimas visitas en Liga a la tacita de plata fueron en campañas históricas, con partidazos imborrables: 0-3 en mayo de 2004 (Alexis, Sérvulo, Aganzo), y 2-4 en febrero de 2010 (Rodas, Rubén Suárez, Juanlu y Jordà). Aquello acabó, en ambos casos, con el ascenso a Primera. Algo que, pese a todo, estaría prácticamente hecho hoy con otro triunfo para enmarcar, como aquellos dos. Una victoria hoy convertiría Cádiz, para todo el levantinismo, en la tacita de oro.

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