El Levante UD recuperó ayer sus señas de identidad. Ese ADN que hizo que los de Muñiz arrasaran en Segunda División y que mantuvo en los primeros partidos de su regreso a Primera: un bloque sólido como una roca, equilibrado y solidario pero que había perdido tras seis jornadas sin saborear la victoria: tres empates y otras tantas derrotas. Seis puntos sobre 18 posibles.

Sin encenderse las alarmas, los de Muñiz -el mismo entrenador artífice del éxito de la anterior campaña- habían generado cierto desasosiego en el entorno levantinista, porque, aunque al empezar la jornada de ayer el equipo estaba seis puntos del descenso, las sensaciones evidentemente no eran buenas.

Y en el estadio Insular revirtió la situación, dio un golpe de autoridad y, tras la victoria, se colocó a ocho puntos de la zona fatídica superando a un equipo de su liga, algo que no hizo ante el Alavés, Getafe, Eibar o Girona. Muñiz volvió a hacer reaccionar a un equipo que se presentaba hasta con siete bajas en Gran Canaria. Pero le dio otra vuelta de tuerca, se la jugó con un inspirado Oier y relegó a Raúl al banquillo. Apostó por el joven Shaq -impecable en defensa y bien subiendo la banda derecha- y siguió confiando en Jason para que, entre otras labores, apoyara con su incansable trabajo al norteamericano. Todo le salió a pedir de boca.

El Levante de los primeros 25 minutos rayó a un gran nivel: defensa más adelantada, centro del campo liderado por un Campaña que llegaba debilitado por sus problemas de amÍgdalas, pero que luchó hasta la extenuación, lo mismo que le pasó a Doukouré.

Y a Jason, Morales, Bardhi... y así hasta acabar de recitar la alineación azulgrana. Morales y Ünal pudieron desnivelar el marcador en el primer cuarto de hora. En el minuto 24 el partido pudo adquirir un rumbo muy diferente porque el colegiado anuló un gol a Calleri al entender que el argentino estaba en fuera de juego. Viera, sobre todo, Tana y Vitolo acumulan fútbol de muchos quilates y en cualquier acción cerca del área te la pueden armar, pero las escaramuzas acabaron en nada.

Lo mejor para el Levante estaba por llegar. Y eso que el segundo tiempo comenzó con un nuevo episodio de la plaga de lesiones: Postigo se tuvo que retirar por problemas musculares.

Las Palmas se volvió a hacer el escaso ánimo que le queda y, ayudado por un Levante que en la medular ofrecía signos de cansancio, regresó por las inmediaciones de Oier, muy correcto todo el partido pese a que no tuvo que realizar acciones espectaculares. Era más insistencia amarilla que auténtico peligro. De todas formas, los de Muñiz se cerraban con orden y sofocaban los ataques del equipo insular.

Llegan los goles

Cuando menos atacaba el Levante llegó el primer gol en el minuto 71. Una internada de Toño fue rematada de cabeza por Doukuré. La defensa de Las Palmas falla más que una escopeta de feria y eso lo aprovechó el conjunto granota. Y Jason puso el broche con un auténtico golazo en el minuto 78. El Levante ha vuelto.