Nueve años después, el cadáver hallado por unos jubilados extranjeros que paseaban a su perro por el paraje de la Font del Mortit, entre Sagra y Pego, tiene nombre. El Servicio de Criminalística de la Guardia Civil de Alicante lo ha identificado. El hombre, que murió a golpes (presentaba numerosas contusiones) y fue arrojado supuestamente por sus agresores a un barranco, era Rostilav Zicha, un ciudadano checo que entonces tenía 54 años.

Su cadáver se encontró el 22 de abril de 2007. Presentaba signos de violencia. Todo indicaba que este hombre había muerto de una paliza. Era corpulento y llevaba puestos unos vaqueros y una camisa azul. Pero no apareció su documentación. Y nadie denunció que una persona con esta descripción hubiera desaparecido. De ahí que se pensara que podía ser un indigente.

Las huellas dactilares entonces tampoco dieron ninguna pista. La investigación entró en un callejón sin salida.

Pero este crimen está ahora más cerca de resolverse. El laboratorio de Criminalística efectuó una inspección ocular y un reportaje fotográfico del lugar donde se halló el cadáver, al que tomó las huellas dactilares y las incluyó en el Sistema Automático de Identificación Dactilar (SAID). Ahora, al adherirse la República Checa al Tratado Prüm, al que pertenecen 13 países europeos, sus bases de datos se han incorporado al SAID. Y las huellas del cadáver que nadie reclamó, por fin, pertenecen a alguien con nombres y apellidos. Rostilav Zicha nació en la República Checa el 15 de abril de 1953. Por tanto, murió a los pocos días de cumplir los 54 años.

Localizar a nuevos testigos

Ahora la Guardia Civil tiene un hilo del que tirar para esclarecer este crimen. Se desconoce el móvil, pero ya se ha descartado la hipótesis del robo. Tras averiguar la identidad de la víctima, se podrá localizar a nuevos testigos y buscar información en su entorno familiar.

Que este caso pueda reactivarse es posible dado que los homicidios nunca se archivan. Los indicios, como ha ocurrido ahora, pueden tardar años en empezar a encajar.

Los agresores de Rostilav llevaron su cadáver en coche por un vial de la urbanización a medio construir de Penya Roja, en Pego. Llegaron hasta donde el vial quedaba interrumpido de golpe y allí arrojaron el cuerpo a un barranco. No dejaron pistas. Además, nadie conocía a la víctima. Pero archivos como los del SAID, al que tienen acceso 190 países que pertenecen a la Interpol, permite cotejar hasta las huellas de un fantasma.