Para unos vecinos del puerto de Xàbia (Duanes de la Mar), las campanadas dejaron de ser hace tiempo un sonido celestial. Se convirtieron en un calvario. La iglesia del Loreto las hacía repicar a todas horas. Los detractores de tanto din, don, dan llegaron a contar 836 toques durante los fines de semana. En cambio, otros vecinos, ahora que el ayuntamiento ha puesto sordina a las campanas, añoran los tañidos. Sus días palpitaban a golpe de campana.

El párroco de la iglesia del Loreto, Fernando Mañó, anunció en la misa del domingo que el consistorio le había enviado una notificación para advertirle de que las campanas ya no podían repicar a cada hora. De hecho, desde hace una semana, los bronces han enmudecido. Se acabó el soniquete. Sí siguen sonando para las misas, que entre semana se ofician a las 19.30 horas y los sábados y domingos a las 9 de la mañana. También tañen en los entierros y lo harán cuando llegue alguna fiesta señalada.

Fuentes municipales aclararon ayer que el gobierno local, del PSPV, no ha prohibido nada, sino que se ha limitado a cumplir la ley. La primera denuncia de un vecino al que tanta campanada le sacaba de quicio se presentó en 2009. Todas las administraciones le dieron la razón. El propio Síndic de Greuges advirtió de que la iglesia no tenía bula con el ruido. Exigió al ayuntamiento que redujera «al máximo posible las molestias acústicas». Aclaró que la norma «era aplicable a todos los emisores acústicos», campanarios incluidos.

Este vecino, José Vicente Roig, que vive justo al lado del campanario exento de la iglesia del Loreto, se tenía el cielo ganado después de soportar tanta campanada. En mayo del pasado año, manifestó a Levante-EMV que, «ahora que todos llevamos reloj y móvil, no tiene sentido que los tañidos te sobresalten a cada hora». Y denunció también que, en verano, con la megafonía exterior del templo, le tocaba tragarse hasta tres misas al día. Y salir de su casa.

El ayuntamiento tampoco podía taparse ya las orejas ante tanta campanada. La policía local realizó numerosas sonometrías. En la terraza del vecino denunciante, los tañidos alcanzaban los 89 decibelios. En los dormitorios, llegaban a 78 y 85 decibelios. Y lo máximo permitido son 55 por el día y 45 por la noche.

Fuentes municipales precisaron que han intentado sin éxito llegar a un acuerdo con la parroquia para regular los tañidos. De ahí que, al final, la junta de gobierno haya aprobado un calendario de toques que es el que se ha trasladado al sacerdote. El campanario deja de ser un reloj. Ya no dará las horas. Las campanas seguirán repicando para llamar a los oficios religiosos, para tocar a muerto y en fiestas como la del Año Nuevo, Reyes, Sant Antoni, el Corpus, la Mare de Déu del Carme o la Mare de Déu de Loreto.

A no todos los vecinos les ha gustado que se dé un respiro a las campanas. Echan de menos un sonido que les ha acompañado desde siempre. Una vecina indicó ayer a este diario que el núcleo de Duanes ha perdido una de sus señas de identidad.