Coches y más coches. Es el primer fin de agosto y en Xàbia hay coches por todos los lados. Todos los bañistas quieren dejar su vehículo lo más cerca posible del mar. Pero hay algunos sitios en los que esto puede convertirse en un verdadero problema.

Si a principio del verano el ayuntamiento instalaba una barrera para restringir el paso de vehículos a la cala Granadella, ayer anunciaba que durante este mes, prohibirá el estacionamiento en una de las vías que da acceso a otra de las calas de la localidad muy apreciadas por los bañistas: la cala Ambolo.

Esta playa está oficialmente cerrada por un fuerte riesgo de desprendimiento de la pared de la montaña junto a la que está, pero los avisos de cierre o las enormes piedras que soportan unas mallas de hierro no persuaden a los bañistas. Día tras día se llena.

Y los accesos a la cala, las calles Guisseppe Verdi y Richard Wagner se llenan de vehículos aparcados a un lado de la vía u a otro. En las zonas más anchas a los dos lados.

Ante esta situación y la advertencia de los servicios de emergencia tras haber intervenido en dos rescates en la cala, el ayuntamiento anunció ayer que prohibirá el estacionamiento en la primera de esas vías. Por lo pronto, ayer instaló una señal que anunciaba la prohibición, otra cosa es que los ciudadanos lo cumplan o que la Policía se dedique a multarlos. Ayer no había ninguna.

El año pasado el consistorio ya ejecutó algunas acciones coercitivas en estas dos calles e incluso amenazó con llevarse coches con la grúa. Entonces, algún conductor volvió a casa escaldado, no por haber abusado del sol, sino por el importe de la sanción por haber estacionado mal el vehículo.

Con coches aparcados a un lado y otro, las ambulancias no pueden acceder a la zona más próxima a la playa. En el último rescate hace unos días, los sanitarios y bomberos hubieron de cargar a pie con un herido en un salto un buen trecho, por suerte para él, no fue una urgencia vital.