Los almacenes de Teulada y Benissa bullen estos días de actividad. El oficio de estisorar la uva sobrevive. Es más, las claves de este trabajo siguen siendo las mismas que hace 50 años o un siglo. Las mujeres limpian los racimos de uva moscatel. Con unas tijeras, retiran los granos picados. Lo hacen formando un corro. Ahora, como siempre, estisorar es una tarea de mujeres. En la Marina Alta, muchas mujeres tomaron conciencia laboral en este trabajo que, como todos los ligados a la agricultura, es duro y temporal.

Ahora llama la atención la fuerza integradora de este oficio. Cada vez se ve a más mujeres musulmanas formando parte de las cuadrillas de las estisoradores. No es un trabajo que permita la emancipación económica, ya que apenas dura mes y medio y los salarios son bajos. Otro problema es que se siguen dando casos de empleo sumergido.

Las estisoradores pasan muchas horas juntas, conversan y se convencen de su papel esencial en la economía de estos pueblos. En las cuadrillas, hay chicas jóvenes y mujeres ya de edad. La uva moscatel, el tesoro agrícola de la Marina Alta, está en sus manos.

Este año la actividad en los almacenes comenzó para Sant Jaume (es el 25 de julio). La vendimia, por la lluvia y el calor, se adelantó. Las estisoradores están echando muchas horas. Los racimos de esta campaña tienen muchas uvas picadas y mustias. El trabajo se prolongará un par de semanas más. En el corro que forman estas trabajadoras, se disuelven las diferencias de edad o culturales. Es un trabajo que une, que fa colla.