El proyecto de la desalinizadora de Sagunt va camino de convertirse en uno de los mayores despilfarros conocidos. Ideado en plena bonanza económica y desvirtuado por una crisis que golpeó con especial virulencia a Sagunt y su comarca, su primera aparición en el Presupuestos Generales del Estado se remonta a 2005, aunque las obras se iniciaron en 2009, y la última estimación es que siga lastrando las cuentas estatales hasta 2018, después de 46 millones de inversión.
Sin que la sociedad estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed) haya confirmado la producción del primer m3 de agua de los 22.900 diarios a los que alcanza su capacidad, pensados fundamentalmente para suministro industrial, pero también para el residencial, Pavasal y Lubasa finalizaron la construcción de la planta, presupuestada en 26 millones de euros y asentada sobre una parcela de unos 30.000 m2, en 2011. En ese momento es cuando se procedió a realizar las conexiones con los polígonos industriales de Sagunt, actuaciones que estaban previsto acabarse a lo largo de este año.
En un proyecto que se impulsó desde el gobierno socialista y motivó un agrio enfrentamiento con el ayuntamiento popular por la amortización de la inversión, así como los gastos de mantenimiento y explotación, el estudio de viabilidad de la desalinizadora, redactado en septiembre de 2006, evidencia la miopía a la hora de presagiar la llegada de la crisis.
13 millones de m2 de industrias
Y es que este documento incluía un informe sobre las necesidad actuales y futuras en la demanda de agua en El Camp de Morvedre, encargado por el Ayuntamiento de Sagunt al Institut Mediterrani pel Desenvolupament Sostenible (Imedes) y el Instituto Tecnológico del Agua (ITA), que estimaba aumentos de los usos residencial e industrial de 20.000 habitantes y 231.000 m2 en cinco años; de 52.000 vecinos y 5,4 millones de m2 en 10 años; de 85.000 personas y 7 millones de m2 en 15 años, así como de 100.000 habitantes y la ocupación industrial de casi 13 millones de m2 a partir de esos tres lustros.
Casi una década después de esas previsiones, la población en El Camp de Morvedre apenas ha aumentado en 6.000 habitantes, mientras que los polígonos de Parc Sagunt I y Camí La Mar están prácticamente vacíos y la segunda fase de Parc Sagunt está olvidada.
