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Ana Llopis Álvarez «En Noruega todo funciona diferente»

Salió de Sagunt hace cinco años rumbo a Noruega para disfrutar de una beca Erasmus. Lo que Ana Llopis Álvarez no sabía por aquel entonces es que ese viaje de estudios acabaría cambiando su futuro y, finalmente, fijaría su residencia en este país nórdico. Ahora, a sus 27 años, esta arquitecta compagina su doctorado en la Universidad de Stavanger con las clases de urbanismo que imparte en esta misma institución.

«La decisión de vivir en Noruega nunca la tomé como tal. Yo estaba estudiando la carrera de Arquitectura en Valencia y cuando llegué a cuarto curso decidí irme de Erasmus. Ahí elegí, entre otras opciones, Noruega. Cuando salí de casa no pensé en ningún momento «me voy a vivir fuera». Simplemente, pensé «me voy de Erasmus». Anteriormente había viajado bastante, había estudiado inglés en Cambridge varios veranos, y haciendo concursos urbanísticos en algunas ciudades, pero solo fueron unas semanas», asegura.

A pesar de vivir a miles de kilómetros de distancia, afirma que sigue manteniendo las costumbres españolas, el horario de comidas y viendo los canales de televisión españoles. Además, asegura que el clima ha sido a lo que más le ha costado acostumbrarse. «La vida en la calle es casi inexistente debido al frío; la oscuridad hace que el día se acorte una barbaridad, y eso descoloca. Como curiosidad, cada año mando la misma foto, a mis padres y a mi mejor amiga, en mayo, como a las 23:30 de la noche. Es una foto al cielo dónde se ve claramente que es de día, y siempre les pregunto: «¿Ahí es de noche?», y siempre me contestan lo mismo: «¡¡Pues claro!!». No consigo acostumbrarme aún», dice.

En cuanto a la situación del país, apunta: «Hace un par de años, hubiera dicho que Noruega es el mejor país del mundo en cuanto a calidad de vida. Ahora, y en mi ciudad, la situación se está complicando un poco debido a la bajada del precio del petróleo. Aún así, Noruega sigue siendo considerada, hoy por hoy, uno de los mejores países del mundo en cuanto a su situación económica. Su tasa de paro ronda el 4%. Además, a nivel laboral aquí todo funciona diferente, no diría mejor ni peor, sino diferente».

La ciudad en la que vive, Stavanger, cuenta con uno de los dos museos del petróleo que existen en el mundo, allí y en Texas, ya que esa localidad es conocida por ser la capital del petróleo del país nórdico. Además, es una ciudad con mucha historia concentrada en su centro, desde la zona antigua y la catedral hasta el puerto marítimo. Aún así, para ella, uno de los lugares más especiales que tiene Noruega es una formación rocosa en la costa llamada Preikestolen. «Es uno de los iconos más famosos del país. Se hace una ruta a pie de 3,8 kilómetros que es conocida por sus vistas. En verano, el poco tiempo que estoy en Stavanger „pues suelo pasarlo entre Sagunt y Canet d'En Berenguer„ soy guía turística de la ciudad, a modo de trabajo extra. Por eso voy a Preikestolen entre una y dos veces por semana. He subido 34 veces y no me canso de sus maravillosas vistas porque siempre acabas sorprendiéndote como el primer día», asegura.

Esta joven reconoce que vivir en Noruega, conocer gente de otros países, culturas, religiones e idiomas «te hace ver las cosas de otra manera y sobre todo, te hace valorar más lo tuyo, tu gente, tus raíces. Si, además, profesionalmente te hace crecer, es un pack completo que recomiendo al 100%».

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