La Conselleria de Medio Ambiente ha vuelto a retrasar la actuación en la gola de Quartell anunciada para este año a pesar de las miles de pérdidas que el mal funcionamiento de esta instalación lleva generando desde hace más de uana década a varios niveles: Con destrozos en muchos cultivos de marjal y abandono de campos, con inundaciones de calles e incluso de casas cuando, en momentos de fuertes lluvias, el agua recogida en toda la zona no puede llegar al mar y con su impacto negativo en el humedal protegido de Almardà.
A preguntas de Levante-EMV, la administración autonómica aseguraba ahora que estas obras de recuperación de la gola se licitarán el primer semestre de 2018.
Pese a que la memoria valorada de la obra está acabada desde marzo de este año, las limitaciones presupuestarias parecen ser la causa del retraso de la actuación.
Ante esto, la concejala de Medio Ambiente de Sagunt, Teresa Garcia, ya está trabajando para lograr el comienzo de las obras antes de que finalice el año. Esta salida se concreta en «la encomienda de gestión a la empresa Vaersa y que fuera ésta la que ejecutara el proyecto, lo que nos permitiría tener la obra en marcha este año».
Sin embargo, esta posibilidad pasa porque en la Dirección General de Aguas haya un remanente y éste pueda utilizarse para acondicionar la gola. «Nosotros estamos haciendo lo imposible para conseguir los fondos, pero de no lograrlo, tendríamos que esperar hasta el primer semestre del 2018», decía la edil de Compromís.
Garcia mostraba su preocupación por un asunto que cree «prioritario» después de que el marjal haya tenido un nuevo reconocimiento internacional al incluirse dentro del convenio Ramsar. A esto añadía su temor por la llegada de las lluvias de noviembre, que suelen generar las temidas inundaciones en esta zona de playa, junto al humedal, donde el taponamiento de la gola, que impide la salida del agua al mar, termina anegándolo todo.
La misma memoria habla de «un problema muy grave para la agricultura de marjal y la ganadería de la zona, ya que los agricultores ven cómo cada año tienen que invertir más en turbinas mecánicas para achicar el agua de sus parcelas y plantar». E incluso, «en la época de fuertes lluvias, no sólo es que el agua no sale de forma natural, es que el mar entra dentro del humedal dejando aterrada la Gola, provocando inundaciones, habiendo de limpiar de forma mecánica, mediante retroexcavadoras, la salida natural al mar por encontrarse taponada», recoge el documento.
Los agricultores estiman en miles de euros las pérdidas en sus cultivos que padecen año tras a ños desde hace más de una década. En 2017, los gastos en gasóleo para poner en marcha las bombas de achique ya alcanzan los 15.000 euros, mas de 30.000 litros de combustible, a lo que hay que sumar el alquiler de las máquinas.
Este aumento de los gastos ha provocado que muchos agricultores abandonen sus tierras. En la última década se han dejado de cultivar más de 2.000 hanegadas llevando a la desaparición de partidas agrarias de importancia como Cantarrana, L' Hom Negre y el Cuadro de Quartell. En la actualidad, siguen en producción unas 1.400, como es el caso de la partida del Realenc, pero su presiente ya ha anunciado que de seguir así, «tiraré la toalla».
En cuanto al impacto medioambiental, el proyecto expone que «la falta de regulación natural de los niveles hídricos en el marjal de Almardà está poniendo en peligro la nidificación de aves en este humedal, ya que los niveles de agua suben y bajan de forma continua, incomoda a las aves al amenazar sus nidos, muchos de los cuales se ven arrastrados por estas idas y venidas», se apunta..
