Erase una vez un circo llamado F1 que viajaba de país en país y de ciudad en ciudad, con todos sus camiones llenos de caballos, colores y pilotos, capitaneados por un mago de pelo blanco y con la varita de la suerte para el dinero. Aterrizó en Valencia, encontrándose con un clima, unas gambas, una hueva de atún y unos pardillos que ni en el Mundo de Yupi. El resto de la historia ya la conocen de sobra. Ahora ha vuelto a Valencia -nos quieren hacer creer que a recibir un premio de no sé qué- y afirma que la crisis no ha llegado hasta su negocio. Vayamos por partes. Que nos quieran colar que este personaje que dejó plantada a la mismísima Reina de Inglaterra, recala en Valencia para que le den un galardón de una publicación, no se le cree nadie. ¿No sería más bien por saber cómo andaba la caja de cara a su próximo cobro? Que se lleve una camiseta de Valencia CF con su nombre tampoco creo que sea para desplazarse hasta aquí, ni muchísimo menos para jugar al fútbol. Ahora, lo que llama poderosamente la atención es que el bueno de Bernie Ecclestone comentara a los medios de comunicación que Francisco Camps siempre le guarda una sorpresa cuando viene a la ciudad. ¿ Cuál sería en esta ocasión la sorpresita? ¿Tal vez le planteó bajar el enorme canon que nos cobra por traer su gran circo? Mucho me temo que nos encontramos con Alicia en el país de las maravillas, ya que afirma la no retirada de más equipos en su montaje -no sabe cómo andan las grandes empresas de la automoción y patrocinadores-, y lo más chocante es el asunto de las entradas. Argumenta que no contempla el rebajarlas dado que se van vendiendo igual de bien que en el pasado. Imagino que no se ha enterado de los problemas de venta que existen en Catalunya, ni, seguramente, nadie le ha contado lo que costaron vender las de aquí el pasado año, regalo 2x1 incluido. Es triste ver cómo políticos y ricos muy ricos viven aún en cuento de hadas.