Veo que hoy su Excelencia Reverendísima se reunirá en el IVAM, en su condición de presidente del Pontificio Consejo de la Cultura del Vaticano, con reprentantes de la cultura de nuestra Comunitat convocados por el arzobispo de Valencia Carlos Osoro. Como conozco la lista de asistentes a esa reunión y veo que el 70% ni habla ni escribe en valenciano y parece interesarles bien poco, ya que no son precisamente nuevos en sus cargos, me tomo la libertad de escribirle para contarle el poco caso que la jerarquía valenciana ha hecho, no solo a una parte importante de este pueblo cristiano, cansado de pedirles a sus anteriores pastores una liturgia cercana en nuetra lengua, sino a las propias instrucciones del Vaticano.

En efecto, la instrucción vaticana Liturgiam Authenticam de 2001 establece en su apartado 120 que «los libros que se utilizan para proclamar los textos litúrgicos, con el pueblo o en beneficio del mismo, en lengua vernácula deben tener una dignidad tal que su aspecto exterior mueva a los fieles a una mayor reverencia a la palabra de Dios y a las cosas sagradas. Por ello es necesario que se supere cuanto antes la fase provisional de las hojas y los folletos». Siendo esto así, como sabe su Excelentísimo y Reverendísimo, en Valencia la jerarquía —el último arzobispo con gran virulencia reaccionaria—no ha hecho nada para que los textos en valenciano tengan dignidad, ni hizo nada para poner fin a esa fase provisional de hojas y folletos. Es más,a pesar de ser moseñor Cañizares —un valenciano— el que está al frente de la Congregación del Culto, de las seis comunidades autónomas que hay en España con lengua propia y diferenciada del castellano, la valenciana es la única que no tiene integrada su lengua en la liturgia, y esto no solo en zonas como Requena, Los Serranos o el Alto Palancia, donde podía ser razonable, sino en comarcas cien por cien valencianoparlantes como La Marina, El Maestrat, l'Horta, La Ribera o els Ports.

Aunque no se lo cuenten sus interlocutores, nuestra lengua y cultura tiene una larga tradición en los rituales. Ya en 1350 tuvimos una cátedra de teología en la Catedral de Valencia regentada por el dominico Guillem Anglès, autor de la primera traducción de la misa al valenciano y una de las primeras en el mundo románico. Cultura y lengua que tiene en «El memorial de la fe católica» de Francesc de Pertusa, el primer tratado teológico escrito por un seglar. Cultura que tiene la primera traducción de la Biblia a una lengua románica, el valenciano, hecha por Bonifacio Ferrer y que las únicas hojas salvadas de la destrucción por la Inquisición se conservan en Nueva York, en la Hispanic Society. Cultura que tiene al padre Aleixandre Alapont, misionero valenciano en Zimbawe, que es el autor de la primera tarducción de la Biblia en lengua nambia, hablada tan solo por 20.000 católicos en la vieja Rhodesia frente a los casi tres millones de valencianoparlantes habituales que tenemos en el país.

Pues bien, monseñor, el padre Alapont, con 75 años, es el primero de los firmantes de una petición de más de 100 sacerdotes valencianos a nuestro pastor, el arzobispo Carlos Osoro, reiterándole una vez más, como se viene haciendo desde el Concilio Vaticano II (con el anterior se cansaron y fueron marginados), la aprobación de la versión valenciana de los textos litúrgicos, que aunque no era necesaria porque teníamos las de nuestros vecinos, tanto el anterior arzobispo como algunos de nuestros políticos se escudaban en ello para despersonalizarnos más y que muriese nuestra lengua también a la hora de rezar. Ahora, monseñor, ya no hay excusa que valga. Ya se ha hecho una traducción de la liturgia y de la Biblia por una comisión de laicos de la Academia Valenciana de la Lengua, presidida por el teólogo mossen Ramón Arnau, decano de la Catedral de Valencia y redactada de acuerdo con la instrucción vaticana Liturgiam Authenticam.

Le cuento monseñor que la AVL es la institución normativa reconocida por el Estatut que está constituida por consenso (hasta ahora nos regiamos por el IEC, academia madre y ahora hermana) y que la aprobación de los textos litúrgicos se ha realizado por unanimidad con una sola abstención de conciencia de un miembro que no comparte nuestra fe. Verá que he intentado ahorrarle truculencias y no he incidido demasiado en un tortuoso y difícil peregrinaje de nuestro pueblo, muy especialmente de nuestro clero, en la reivindicación de nuestra lengua también para hablar con Dios y de Él. Solo le indico que nuestros pastores no han estado a la altura. Espero que de su paso por Valencia extraiga consecuencias y que nuestro nuevo Arzobispo sea consecuente en fe y obras también en este tema. Yo conicidiré en Montserrat los próximos 24 y 25 de abril con el cardenal Tarsizio Bertone y si tengo ocasión le contaré mi impresión sobre la Iglesia valenciana.