El tema elegido por el ICOM para la celebración, este 18 de mayo, del Día Internacional de los Museos hace plantearnos una reflexión acerca del papel de las instituciones museísticas en nuestra sociedad actual. Las sociedades que albergan nuestras realidades geográficas han pasado de ser ciertamente homogéneas a experimentar, en pocos años, un cambio sustancial en base a una heterogeneidad inesperada. Podemos hablar ya, sin ningún tipo de pudor, de la existencia de una sociedad multicultural globalizada; lejos han quedado las culturas uniformes y estáticas; nos encontramos ante la coexistencia de diferentes culturas y formas de vida que, a su vez, son protagonistas de una hibridación y de un intercambio de referencias y patrones de comportamiento. A nadie se le puede escapar, sin embargo, que esta multiculturalidad no está exenta de problemas y conflictos.

Los museos, así lo propugna el Consejo Internacional de Museos (ICOM) en sus diferentes documentos normativos, son instituciones al servicio de la sociedad y su desarrollo y, por ello, han de ser capaces de desempeñar un papel de primer orden en el desarrollo de la sociedad en la que se enmarca. Si somos conscientes de los problemas y conflictos que genera actualmente una multiculturalidad de nuevo cuño, inesperada e incomprendida, entenderemos cómo, efectivamente, los centros museísticos tienen un papel que cumplir en la búsqueda de esa armonía social que propugna el ICOM para este año.

La armonía social, más allá de entenderla como el mantenimiento de un cierto nivel de equilibrio en el seno de la sociedad civil, consiste en traspasar esa tolerancia ya aceptada para pasar a defender y valorar la diversidad como algo que aporta un valor añadido a la sociedad. Los aspectos esenciales de la armonía social están constituidos por el diálogo, la tolerancia, la cohabitación y el desarrollo, basados todos ellos en el pluralismo, la diferencia, la competencia y la creatividad; en otras palabras, la base de la armonía social podría reflejarse claramente en la expresión "entenderse pero distinguiéndose, buscar lo común pero conservando la diferencia".

Los museos son lugares públicos que, a partir del depósito de parte del patrimonio cultural de la sociedad que los sustenta, y de la exposición objetiva de sus historias y realidades, se convierten en espacios de interpretación y reflexión. A partir de la protección, documentación y difusión de nuestro patrimonio, nos proyectan más allá de nuestras individualidades y territorialidades; y cuando este patrimonio es realmente un patrimonio multicultural en una sociedad multicultural, el papel de mediación protagonizado por el museo permite el encuentro, los intercambios y la reflexión.

Hace tiempo que los museos dejaron de ser gabinetes de antigüedades para convertirse en centros difusores de cultura, pero no de una cultura estática y única; los museos son capaces de promocionar, difundir e incluso producir una cultura de la reflexión. Incorporemos a esa actividad la necesaria reflexión sobre nuestra sociedad multicultural; luchemos porque los museos, en efecto, ocupen su papel fundamental en la búsqueda de nuestra armonía social.

*José Martínez Tormo es gestor cultural.