Por si no había suficientes certezas y síntomas inequívocos del deterioro económico que sufre la Comunitat Valenciana, este periódico descubre hoy que la deuda pública de la Generalitat se ha multiplicado un 173% en sólo dos años. El propio Instituto Valenciano de Finanzas admite en los informes que suministra a la banca internacional que la deuda absoluta ya alcanza los 15.356 millones de euros. La dificultad para encontrar compradores en la próxima subasta de títulos es reconocida por todos los operadores de la City londinense. Esta realidad, oculta tras el muro de protección que se levanta en torno al presidente del Consell, completa el pesimismo que desprenden los datos del PIB por habitante valenciano, que ha retrocedido ocho puntos en diez años. En tales circunstancias, la inmovilidad que define al Gobierno autonómico resulta muy arriesgada.

En su afán por construir una realidad paralela que diluya responsabilidades, el Consell atribuye el desplome del PIB al incremento de población (causado por la llegada de inmigrantes). Los agentes sociales, incluidos los empresarios, han desmentido la torticera interpretación de los gestores de la Generalitat. Y, por si faltaban argumentos, Levante-EMV aclara hoy que el PIB valenciano por habitante ha caído el doble que en las autonomías con más población. La realidad es que la CV necesita reorientar su sistema productivo. Patronal y sindicatos lo reclaman. Pero el Consell continúa estático.