Siempre hemos sabido que el verano es época de escasez en lo que a noticias de prensa se refiere, razón por la que se abren paso las llamadas serpientes de verano como sucedáneo estival. Este año de 2010 no ha sido una excepción. Aquí, en la tierra valenciana, yo me inclino por una noticia que creo que habrá llamado la atención de un gran número de paisanos, aunque solo sea por lo que de surrealista tiene: la prensa hizo pública una declaración del presidente del Con-sell anunciando que un próximo pleno del mismo se celebrará en Bruselas.

Siempre he creído que quien asume el Gobierno de un entorno geográfico, si no está adornado con cualidades específicas que le hagan meritorio a tamaña encomienda, y no es este el caso, al menos debe hacer gala de una seriedad a la que el propio cargo obliga. No califica el cargo a quien lo ostenta de «molt honorable» por sus dotes personales, sino porque en teoría representa a todos los habitantes de esta tierra, los que le votaron y lo que no lo hicieron. Y miren por dónde, esa seriedad, última pluma de su manto, se desprende irremisiblemente a consecuencia de semejante declaración.

A pesar de todo, el presidente ha llegado a proponer esta idea a la presidenta del Comité de las Regiones en Bruselas mismo, e incluso se ha permitido ante tal señora presumir de los logros conseguidos en la Comunitat Valenciana, entre ellos del modelo sanitario valenciano, que no sabemos si lleva implícita la recomendación de no utilizar los ascensores en la Conselleria de Sanidad y usar las escaleras.

De lo que no ha presumido el presidente, ni mucho ni poco, es del modelo urbanístico valenciano que tanto debe a su período de gobierno, y es una pena porque allí hubiera encontrado numerosos interlocutores que conocen la cuestión en profundidad, hasta hubiera podido tener una charla con la señora Auken, redactora del informe del mismo nombre sobre el urbanismo español en general y valenciano en particular. Creo que estamos ante algo muy serio por no decir trágico, tenemos un gobierno autonómico endeudado hasta los tuétanos, con más de 15.000 millones de euros que en nuestras pesetas de andar por casa supondrían 2.490.000 millones, que apenas puede atender sus obligaciones cotidianas, lo que no es óbice para gastar el dinero a manos llenas o endeudarse tontamente con eventos como la Fórmula 1.

Y ahora, la guinda que corona este pastel de despropósitos, la celebración de un pleno del Consell en Bruselas, presumiendo de ser los primeros ya que a nadie se le ha ocurrido antes, lo que me hace pensar que hay mundos donde disfrutan de gobernantes con mayor sensatez y sentido común. Sentido común del que no hizo gala la inefable portavoz del Consell cuando dijo que este pleno en Bruselas «redundará con creces en beneficio de los valencianos». ¿Supondrá ese beneficio una disminución de la deuda de la Generalitat? Porque no olvide nadie que la deuda es de la Generalitat pero la hemos de pagar los valencianos, los que aquí residen, los que les votaron y los que no lo hicieron, y háganse a la idea de que una deuda de ese calibre no la liquida una generación, así que se la dejaremos en herencia a la próxima.

Por eso, me permito recomendar a todos los valencianos que comiencen a pensar seriamente en las próximas elecciones autonómicas, porque está claro que si de algo pueden presumir los que nos gobiernan ahora mismo es de su capacidad y entusiasmo para endeudarnos a todos.

Presidente de «Abusos urbanísticos, no»