ANÁLISIS

La gestión y la tecnología agrícola

La gestión y la tecnología agrícola existen y se divulgan, pero se aplican menos de lo necesario porque no se dan las condiciones adecuadas para hacerlo

Joan Aragonés Signes.

Joan Aragonés Signes. / Levante-EMV

JOAN ARAGONÉS SIGNES | Empresario y consultor

No faltan centros de investigación agrícolas que aportan la tecnología que el sector demanda, día a día se incrementa la cantidad y la calidad de los mismos. No faltan centros de formación públicos y privados que facilitan la aplicación de la tecnología agrícola investigada y contratada. Día a día se incrementa su número, que aportan una mayor cantidad y sobre todo, una mejora en los métodos de enseñanza que redunda en la calidad de sus impactos.

No faltan medios de divulgación de la tecnología y de la gestión agrícola conocida, experimentada y adecuada para mejorar la gestión de las explotaciones agropecuarias. Los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión) mejoran sus mensajes sobre la agricultura y en los últimos años han aparecido muchas revistas especializadas, cuyos contenidos aportan con detalle lo que se debe hacer para mejorar los cultivos y la gestión los negocios agrícolas.

No faltan libros técnicos, de gestión y de divulgación de la agricultura que aportan una dilatada experiencia en todo lo referente a las necesidades tecnológicas, al posicionamiento estratégico del negocio y de los productos que se deben cultivar, de los fundamentos básicos del management aplicado al campo, así como del aporte de valor del mundo rural.

Los bancos, día a día incrementan su apuesta por el mundo agrícola, el dinero ha vuelto al campo. Si, podemos afirmar que el mundo financiero ha regresado al mercado agrícola que abandonó en los años setenta. Sí, lo abandonó para migrar hacia otros negocios con mayores plusvalías, las industrias y los servicios. Hoy han vuelto con fuerza y la mayor evidencia la podemos constatar con la continuada compra venta de negocios agrícolas. Este tipo de operaciones nunca antes se habían visto en el mundo agrícola.

En Europa día a día se incrementa el consumo de frutas y de verduras en cantidad y en calidad. Su impacto en la cesta de la compra es mucho mayor cada día que pasa, lo que mejora su posición en el ranking. El mercado de los productos agrícolas está en alza, tanto en la cantidad como en la calidad de sus contenidos. Y, además, los consumidores adquieren todo tipo de productos, tantos los de siempre, como un amplio elenco de nuevas y sofisticadas frutas y verduras que aportan más horizontes de desarrollo.

Incremento de la población

El incremento de la población mundial y la mejora de la renta del Tercer Mundo, nos indican que en los próximos veinticinco años se va a doblar el consumo de alimentos, lo que supone que necesitaremos producir muchos más productos agrícolas. Muchos más. Y todo esto evidencia que estamos ante en un mercado al alza, con una notable esperada tasa de crecimiento.

Los financieros vuelven porque saben lo que hacen, no son tontos, ni solidarios, inciden en los mercados más sensibles, en aquellos con elevadas tasas de retorno, con una rentabilidad sostenida y con grandes expectativas de crecimiento. El dinero va donde hay dinero. Por eso se orientan hacia la agricultura.

La distribución comercial española y europea aporta transparencia, agilidad y un margen de intermediación menor. Nunca antes hemos tenido una diferencia más reducida entre el precio por el que el agricultor vende sus productos y el precio que paga el consumidor. Desde el principio de los tiempos, el consumidor nunca ha tenido un coste de intermediación tan bajo como el que se disfruta en la actualidad. Nunca. El problema es que no recordamos cual era el margen de intermediación de hace 25 o 50 años. Mucho mayor, muchísimo más. Si aplicáramos el margen de intermediación que existía en el mercado agrícola español del año 1.950, es probable que el consumidor tendría que pagar no menos de 15 euros por un kilo de tomate.

Y con esto, no pretendo decir que el precio actual que pagan “los Mercadona” por los productos agrícolas sea justo, pero si afirmo que el margen con el que se opera es menor y con expectativas de reducirse o cuanto menos, mantenerse. Lo que inevitablemente redunda en beneficio del consumidor y del profesional de la agricultura, de ambos.

El papel de la dfistribución comercial

La distribución comercial española y europea facilita la venta de los productos agrícolas. No la reduce, ni desarrolla monopolios como algunos pretenden divulgar, sino que mejora la capacidad de venta del productor profesional, porque cuenta con un interlocutor directo que no solo adquiere sus productos, sino que, y sobre todo, le orienta respecto de la cantidad y de la calidad de sus cultivos, aportándole seguridad, regularidad y volumen de compra. Aquellos productores agrícolas que han entendido las necesidades de este tipo de organizaciones comerciales, día a día mejoran sus explotaciones y resultados.

Estamos ante un negocio agrícola al alza, porque mejoran en casi todos los parámetros objetivos por los que se debe medir un sector. Sin embargo, la percepción social indica que estamos en la peor crisis de la agricultura. ¿Cómo es posible que ante el mismo escenario, ante la misma coyuntura, ante el mismo mercado y con idénticos consumidores, unos digan que el mundo agrícola está mal y otros van desarrollando sus empresas agrarias y mejorando sus cuentas de explotación?.

La respuesta está en la coyuntura de cada actor, no en el mercado, porque el mundo cambia, el entorno evoluciona y los seres humanos (y los negocios) debemos acomodarnos a sus postulados, porque el cambio es tan inmisericorde que cambia hasta al “no cambio”, a los que no desean hacerlo, a los inmovilistas, que los mata o mejor dicho, se suicidan, porque son ellos y solo ellos, los que se provocan una muerte por inanición. Nadie se puede resistir a los cambios que el mundo nos depara, porque la resistencia ante sus postulados es proporcional al dolo que causa. Los carros existen, pero no para el transporte de mercancías, ni para el tránsito de personas, sino como artículos de lujo o de fiesta.

Ahorro de agua

¿Los agricultores conocen que las mantas agrícolas aplicadas sobre el suelo de cultivo reducen en más de un tercio las necesidades de agua de riego?. Las Instituciones facilitadoras de la innovación han hecho su trabajo, han investigado la mejora y le han dado una amplia campaña divulgativa. Sin embargo, muchos agricultores ubicados en zonas con poca capacidad hídrica, continúan sin utilizar un nuevo aporte de valor que les puede ayudar a reducir (en más de un tercio) el consumo de un agua agrícola que no tienen o que les supone un coste altísimo, con el agravante del insignificante precio que tiene una tela agrícola.

La respuesta a la pregunta anterior está en la calle, en la calidad de nuestros agricultores tradicionales:

1) que tienen una edad media inaceptable para cualquier sector, por el escaso relevo generacional;

2) que gestionan parcelas de una dimensión tan reducida cuya mejor opción debería ser abandonarlas, como ya lo están haciendo muchos de sus colegas;

3) que la agricultura es un complemento de sus ingresos, porque sus rentas familiares las perciben de otras actividades, lo que supone que tienen la condición de un absentista agrícola;

4) y que el sector agrícola cuenta con unas instituciones privadas y públicas que no le indican al labrador que los problemas de la agricultura los deben resolver ellos solos con sus medios, o asociándose con otros, pero que nunca lo hará el Estado, ni el Ministerio de Agricultura, ni la conselleria de turno, ni la Unión Europea… porque no es ésta su función. Así se hace en todos los sectores y en la agricultura, también.