Estas noches de enero, la constelación de Orión refulge en el cielo invernal. Su silueta, que en la mitología astronómica evoca al Gran Cazador, es fácil de identificar si miramos hacia el sur en una noche despejada, incluso desde ciudades como Valencia, Alicante o Castelló. La mayoría de estrellas de Orión muestra una gama de colores desde el blanco a un azul pálido, pero hay una excepción: Betelgeuse. La podemos encontrar en la parte superior izquierda de esta figura celeste, con un color anaranjado que contrasta con el tono blanco azulado de sus compañeras de constelación. En las últimas semanas, Betelgeuse ha sido el blanco de uno de los típicos camelos que circulan por internet. Se dice por ahí que ha habido alteraciones en esta estrella que la abocan a que, en muy breve plazo, explote y se convierta en una supernova, lo que supondría un peligro para la Tierra.

Pero la noticia es falsa, como la que hace algunos años apareció en la red y pregonaba que Marte se iba a aproximar tanto a la Tierra que podríamos verlo en el cielo como si fuese una segunda luna, lo que evidentemente no se cumplió ni se cumplirá, porque ningún planeta se aproxima lo suficiente para que su tamaño aparente en el firmamento nos permita apreciar su forma de esfera. Los planetas sólo los vemos a ojo desnudo como puntos de luz, algunos, eso sí, muy brillantes, como son los casos de Venus, Júpiter y Marte en las épocas más favorables.

Y se dice ahora que cuando Betelgeuse se transforme en supernova tendremos dos soles en el cielo. Pues olvídense y tranquilícense, porque no hay nada de ello ni nada que temer acerca de Betelgeuse. Lo malo es que este nuevo bulo internauta le va a quitar encanto a las expectativas acerca de Betelgeuse, porque lo que sí es verdad es que los astrónomos la consideran una de las estrellas de la Vía Láctea candidatas a convertirse algún día en supernova. Pero es mentira que en los últimos meses haya habido alguna novedad que permita saber que explotará de forma inmediata, y también es falso que, en el supuesto de que Betelgeuse se convierta en supernova, haya riesgos para la Tierra.

Esta estrella se halla a unos 500 o 600 años luz de distancia del Sistema Solar, por lo que si se convierte en supernova sólo disfrutaremos de un espectáculo cósmico, el que llevan cuatro siglos esperando los astrónomos desde que se produjo el último estallido estelar de tal magnitud en la Vía Láctea. Eso sucedió en 1604, cuando Johannes Kepler, el ilustre astrónomo al que debemos las leyes que describen los movimientos planetarios, fue testigo ocular de la última supernova acontecida en nuestra galaxia. Todas las que se han visto después de aquélla han tenido lugar en otras galaxias, por lo que la ciencia aguarda expectante a que suceda este acontecimiento en la Vía Láctea. Betelgeuse es una de las candidatas, pero ya lo era hace cuatrocientos años, y a ella hay que añadir nombres de estrellas muy inestables como Eta Carinae. Pero ninguna de ellas es un riesgo, porque todas están a más de 32 años luz, la distancia que marca el umbral de peligro en caso de aparición de una supernova.

Lástima que este tipo de mentiras le robe magia al espectáculo de los cielos que nos brindan estrellas como Betelgeuse, una supergigante roja de inconcebible tamaño. A su lado, el Sol es una canica insignificante. Si el Sistema Solar tuviera en su centro Betelgeuse en lugar del Sol, la Tierra y Marte estarían dentro de la estrella. Como decía siempre Arthur C. Clarke, la realidad supera a la ficción.

El día que Betelgeuse muera en forma de supernova, resplandecerá de forma extraordinaria y brillará en el cielo más que cualquier otra estrella, y probablemente se verá a pleno día. Un espectáculo increíble, sí, sobre el que hay que recordar, en cualquier caso, que se verá en la Tierra con 500 o 600 años de retraso debido a su distancia. La luz de la explosión tardará todo ese tiempo en recorrer a 300.000 kilómetros por segundo el trecho entre Betelgeuse y la Tierra. O sea que si explota y se transforma en supernova en el año 2030 querrá decir que el estallido, realmente, se produjo hacia el año 1530.

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