A escasos días del Congreso Federal del PSOE, tras el cual se determinará qué rumbo ha de tomar el partido, qué proyecto político, social y económico hemos de ofrecer a una ciudadanía en estado de perplejidad desde el inicio de la crisis económica y financiera (perplejidad convertida en desencanto y desafección en el proyecto socialista, perplejidad ya demostrada en el resultado de las elecciones generales pasadas y que nos han colocado al borde del abismo), y definir el equipo de personas que han de liderar el mensaje, el discurso y la complicidad social, me encuentro en un estado de desaliento difícil de expresar. La participación de la militancia en los congresos provinciales del País Valencià ha transcurrido en su tónica habitual, es decir, de escasa participación.

No obstante, he sido testigo de una excelente participación en las comisiones previas al plenario. He visto y escuchado propuestas claramente de izquierdas, asumidas por la ponencia, de constitución de una banca pública, de la supresión de los privilegios fiscales a la Iglesia católica, de la reforma del mercado energético y que el Estado asuma el mal llamado «déficit tarifario» y muchas propuestas de primarias, listas abiertas y limitación de cargos públicos. Hasta ahí, bien.

En mi opinión, desde hace semanas el debate de las ideas, de las propuestas y de los proyectos ha sido enturbiado interesadamente por las luchas por el poder. Las precipitadas candidaturas de Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, miembros del anterior Gobierno y corresponsables de la situación caótica del PSOE, desvirtúan la magnífica labor de la militancia ya que proyectan la imagen de que esto es una guerra para acaparar los restos que quedan del partido; a los mal llamados barones territoriales parece que sólo les interesa controlar los despojos del partido antes que pensar en el futuro del socialismo español. La misma impresión dan los equipos que están a uno y otro lado, los de siempre, los mismos nombres, las mismas caras, los mismos cargos orgánicos e institucionales, salvo las excepciones que confirman la regla.

La polaridad Rubalcaba-Chacón se introdujo en los congresos provinciales. En Valencia hubo tres listas, pero la metodología del PSPV sigue imperturbable e invariable. Las componendas, los oscuros intereses, y el personalismo como ejes de negociación en las listas. Una sola excepción, la lista presentada por Francesc Romeu en solitario. Son los únicos delegados que van libres y sin hipotecas a Sevilla. Allí, que no aquí, decidirán. A los delegados, les deseo suerte y buen trabajo en el congreso. Que sepan que deciden el futuro del socialismo español.

El congreso del partido que va a celebrarse en Sevilla no tiene que ser, no puede ser, de trámite. Estamos en una situación excepcional y extraordinaria. El PSOE perdió 4.320.000 votos en los pasados comicios. La ciudadanía ha dejado de confiar en nosotros como referencia de gobierno. Esta federación, y sus delegados y delegadas, tiene que participar activamente para abrir, modernizar y dinamizar el partido para recuperar el discurso del futuro, el orgullo de ser socialistas, innovadores y provocadores. Tenemos que volver a convertirnos en una opción seria y con crédito de gobierno, iniciativa y liderazgo. Tenemos que participar también de establecer un nuevo discurso que consolide en España una socialdemocracia de vanguardia. Y, sin embargo, tengo mis dudas. Ojalá esté equivocado.