Fueron las estrellas de nuestros puertos marítimos durante treinta años y conectaban la Península con las islas y el norte de África. La entrada en servicio de los superferris y de nuevos buques hicieron pasar los viejos canguros a un segundo plano en la flota de Trasmediterránea. La nueva normativa europea para la seguridad de la vida humana en el mar obligaba a realizar modificaciones profundas que no eran rentables para seguir navegando en puertos europeos a partir del 2010. Así que los canguros se vendieron o permanecieron varados a la espera de su final.

Creciste oyendo hablar de barcos, de ferris, albatros y canguros. Cada botadura era una prueba de confianza para esos obreros cualificados que lo celebraban con una paella en el Famós del camino de Vera entre tu padre y sus amigos Mocholí, Martínez, Gabriel, Rafelo Fenollar y su hermano Cagarnera. Hablaban de calafatea­dores, soldadores, carpinteros de ribera, montadores, grúas y maniobras y nos transmitían en sus encuentros una sensación de confianza, seguridad y solidez de su pequeño mundo del astillero de Unión Naval de Levante. Amaban el trabajo bien hecho y sonreían cuando la compañía inglesa de seguros Lloyd´s les daba el ok a la calidad de sus soldaduras, a la constitución de materiales y a la adecuada tolerancia en las uniones.

UNL había nacido en 1916 por una real orden. La concesión pronto pasó a la compañía Trasmediterránea y en 1924 inició su actividad con el guardacostas Miguel Primo de Rivera. A lo largo de los años se construyeron buques de pasajeros, de carga, petroleros y últimamente remolcadores y llegó a alcanzar los tres mil trabajadores en su plantilla. Recuerdas los buques de la serie Albatros de finales de los sesenta, ferris como el J. J. Sister y la serie Canguro entre 1972 y 1984: Ciudad de Palma, Ciudad de Santa Cruz de la Palma, Ciudad de Badajoz, Ciudad de Sevilla, Ciudad de Salamanca y, en 1984, Ciudad de Valencia, que fue el buque insignia de Trasmediterránea. Durante un verano, escenario de un programa de variedades de televisión y en 1995 fue el barco elegido para una cena de gala con los ministros de transporte de la UE a iniciativa de Josep Borrell.

Durante los años ochenta, Abril Martorell presidió UNL siendo vicepresidente del Banco Central y, en 1983, se declaró la empresa en suspensión de pagos y se abrió el primer expediente de regulación de empleo. En junio de 1999, el Banco Central Hispano vendió a la familia Boluda la empresa, que pasó a denominarse UNV y contaba con 450 empleados. Dos años antes había tenido lugar el accidente del Proof Spirit que costó la vida de 18 trabajadores y otros 10 heridos. Entre 2002 y 2008 murieron 10 trabajadores y hubo decenas de afectados por la contaminación del amianto, cuando había sido prohibido por ley en 1984 por su toxicidad.

En la actualidad, si no logra encontrar nuevos encargos o mecanismos de financiación, se anuncia el fin de la fabricación de barcos a partir de octubre en el astillero, aunque Vicente Boluda ha manifestado su voluntad de seguir con la concesión para reparación y mantenimiento de buques. El cierre afectará a 81 trabajadores directos y a 300 de subcontratas. El fin de las bonificaciones fiscales (tax lease) por Bruselas y su aprobación en julio de 2011 por el Gobierno de Zapatero dejó excluidos a los artilleros españoles de las ayudas europeas. La alcaldesa ha lamentado el cierre: «No puedo considerar nunca una oportunidad el cierre de una actividad por falta de encargos.»

Habría que proteger nuestro patrimonio industrial. Esta semana, el Alto Horno n.º 2 de Sagunto ha recibido el premio de proyecto de conservación del patrimonio europeo de la Comisión europea y la ONG Europa Nostra. Defender el patrimonio industrial valenciano para el conocimiento y el estudio de las nuevas generaciones. Aquel auge industrial de los sesenta y setenta corrió paralelo al acceso a la educación pública universitaria de tantos hijos e hijas de familias valencianas en una igualdad de oportunidades como no había existido nunca. Una Valencia rural que se transformó en un paisaje industrial. Parecía que se necesitarían siempre trabajadores cualificados para la industria.

El acceso masivo a la universidad nos abrió a la educación superior y al movimiento democrático para pedir cambios que supusieron la entrada a la modernidad, que acabaron con un pasado de aislamiento y nos vincularon a la aventura europea. Estas semanas vivimos momentos decisivos en el reforzamiento de la unidad europea que estamos seguros se impondrá a las incertidumbres.

Necesitamos superar la pérdida de confianza en el proyecto europeo, un mayor esfuerzo de estudio, volver a las bibliotecas para levantar un nuevo relato y reescribir nuestra historia. Como sostiene Godard: «Creo que lo más extraordinario que uno podría filmar es gente leyendo. ¿Por qué el cine no será simplemente filmar gente leyendo bellos libros?»