Los estrategas del Partido Popular de la Comunitat Valenciana deben andar un tanto nerviosos. La vía del victimismo con los ejecutivos de Rodríguez Zapatero, que tan buenos resultados ha dado en los últimos años, quedó ayer hecha añicos con la presentación de los primeros Presupuestos Generales del Estado elaborados por el Gobierno que preside Mariano Rajoy. Habrá que diseñar con celeridad un nuevo argumento con el que se pueda encajar sin tambalearse el mazazo que para los valencianos supone haber sufrido el mayor castigo entre las grandes comunidades autónomas con un recorte que supera los 35 puntos, mientras Cataluña o Andalucía, por poner dos ejemplos, se quedan con reducciones del 10,7 y el 11,8% respectivamente. Las cuentas generales del Estado presentadas por el ministro Montoro dejan las inversiones del Gobierno central en la Comunitat Valenciana a la altura de las realizadas hace ahora una década, en la última legislatura de José María Aznar al frente del Gobierno.

No hay un solo resquicio por el que poder respirar. La inversión por cada valenciano será de 127 euros, frente a los 271 de media estatal, la cifra más baja de la última década. En infraestructuras, la prueba del algodón no engaña. El Gobierno recorta otros 61,7 millones de euros del Corredor Mediterráneo y muestra de forma palmaria el grado exacto de la apuesta del ministerio que dirige Ana Pastor por el transporte de mercancías por ferrocarril a lo largo de la costa mediterránea. Si el último presidente del Gobierno socialista le tenía manía a los valencianos, como se hartaron de repetir los máximos dirigentes del PP los últimos años, habrá que buscar un calificativo para lo que supone el agravio de las cuentas de Montoro.