Los que hemos hecho el Camino de Santiago somos casi tantos como aquellos a quienes les gustaría hacerlo. Cuando les pregunto a los primeros qué les enseñó el camino es frecuente que me respondan: «Descubres que se puede vivir con muy poco». Una lección de ligereza, Machado ya dijo algo acerca del equipaje de los hijos de la mar. Me acordaba de esto el otro día mientras veía en la tele The way, una película sobre el Camino de Martin Sheen (el oficial asesino de Apocalypse now en cuyos ojos horror y fascinación arden con el mismo fuego) que, en realidad, se llama Ramón Estévez y que es hijo de gallego e irlandesa.

Las felicitaciones de Navidad de mis amigos Ortifus y Harca aluden a los desahucios, una infamia que resume la glaciación moral que habitamos y que nos deshabita. Una cosa es que te eches, voluntariamente, al camino, y otra muy distinta que te tiren de casa, a menudo después de haber pagado tres o cuatro veces lo que vale ¿Hay alguien ahí? Hasta Franco hacía más viviendas sociales aunque no fuera mérito suyo, sino de los tiempos: las hacían todos y en Suecia eran mejores. Hace falta poco para vivir en estos días azulados de invierno en que una lámina de sol es más que un regalo del cielo: una nacionalidad.

Es preferible pecar de crédulo que ser demasiado cínico. Si piensa que la política puede arreglar alguna cosa „y tal vez sea así„ no vote a nadie de los que nos llevaron hasta aquí. Me pregunto por qué tiene tanto éxito esa sandez de que «vivimos por encima de nuestras posibilidades» y sólo encuentro una respuesta: porque, en conciencia, nos hallamos demasiado vulnerables a la codicia. Eso no quiere decir que nos merezcamos al ministro Montoro que sale en la tele, dice alguna verdad „por ejemplo, «buenos días»„ y enseguida que entra en materia se le atipla la voz como un gnomo malvado que te va a decir que las setas que te has comido son venenosas. Cuidado, evitemos la tentación trágica y la flagelación y no olvidemos que en un país de memoria agraria quienes más se quejan son, a menudo, quienes lo pasan menos mal.