Desde luego el futuro de Madrid, y menos aún el de España, no se juega en ser o no sede olímpica, pero serlo en 2020 hubiera sido magnífico. La prueba de que ser sede olímpica es bueno para un país está en que todos los que se ven con fuerzas pujan por serlo. Ahora asistimos a una gran floración periodística sobre las razones por las que hemos perdido, pero de haber ganado asistiríamos a una floración semejante sobre las buenas razones del éxito. Aunque quizás se habían creado demasiadas expectativas, sin ese ánimo no habríamos llegado siquiera a la final. El país ha demostrado ganas de ganar, pese a atravesar sus peores momentos en décadas, y ese es un síntoma de salud. Hemos perdido porque eran tres los candidatos, sólo podía ganar uno, y los otros dos eran muy buenos. Ahora mejor no dar más vueltas, dejémonos de buscar culpas y culpables, y a lo nuestro, que es salir de la crisis.