Una veintena larga de centros de infantil y primaria se sumarán el próximo curso a los nueve que participan ahora en el programa experimental que elimina la jornada partida. En lugar de que los niños concluyan su jornada lectiva entre las 16 y las 17 horas, como ha sido tradicional, los padres pasarían a recogerlos a las dos de la tarde tras cinco horas de actividad docente que alternaría clases de 45 minutos de duración con el recreo acostumbrado. Consciente de que la iniciativa, bien vista por muchos profesores y no pocas familias, genera abundante polémica, la Conselleria de Educación reclama amplios consensos para acotar las disputas y evitar perjuicios electorales. La jornada continua resulta incompatible con los usos de la sociedad moderna: las familias formadas por padres que trabajan encuentran dificultades para hacerse cargo de sus hijos a mediodía. La conciliación laboral y familiar suele generar conflictos. Para minimizar esos daños colaterales, el Consell ofrece a los colegios libertad para adoptar o no el nuevo modelo, que, además, exigirá una votación en la que participen al menos el 60 % de los padres y madres del centro. Y no sólo eso, deberá superarse el 90 % de los votos afirmativos para que la nueva normativa se implante. La escuela, junto un servicio de comedor escolar y transporte, estará obligada a permitir la permanencia del alumnado y habilitar actividades complementarias gratuitas hasta las 17 horas. Del coste o del ahorro de la operación nada sabemos, por lo que cabe preguntarse también a quién beneficia.