No ha habido tiempo. En 11 años. La revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Valencia se queda para el próximo mandato municipal porque la Concejalía de Urbanismo no ha digerido ni resuelto las cerca de 20.000 alegaciones presentadas al documento. Aún no está claro (hoy se despejará la duda) si el Partido Popular deja el plan urbanístico sobre la mesa por ineficacia o por estrategia. Los trabajos de revisión del documento vigente desde 1989 comenzaron en 2004 con buen brío, luego pararon, después llegó la crisis y por último se reactivaron rebajando las previsiones iniciales de construcción de viviendas y ocupación de huerta, ya que algunos polígonos de los programados hace un cuarto de siglo están todavía por completar. El nuevo número dos de Rita Barberá, Alfonso Novo, que es también presidente del PP en la ciudad, decía en febrero que aprobar el PGOU era una prioridad absoluta, y que si no se le daba luz verde en el pleno de marzo la obtendría en el de abril (que se celebra pasado mañana). ¿Se han dormido en los laureles o realmente la movilización ciudadana y sus miles de escritos de oposición ha bloqueado los servicios de Urbanismo hasta forzar su paralización?
Con todo, no hay que descartar que el motivo del aparcamiento sea político. Una campaña electoral no parece el mejor momento para resolver el detalle de los barrios y los equipamientos del futuro, sobre todo si frente a una mayoría silenciosa que no opina sobre los proyectos y argumentos reflejados en los planos existe una minoría bulliciosa que es capaz de crear y proyectar con altavoces uno o dos conflictos todos los días. El PP no confía en revalidar su mayoría absoluta, y si puede gobernar lo tendrá que hacer con partidos queno han ocultado su rechazo a algunas líneas del PGOU revisado. Así las cosas, Barberá y Novo han decidido guardar la ropa urbanísica para nadar después de las elecciones. Tampoco es tanto el retraso. El plan del Cabanyal lleva más tiempo en tramitación y todavía no se ha movido una piedra.
