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Danzas guerreras para un Cristo

Semidesnudos, con pitet, faldeta curta i espardenyes, ceñida la cabeza con corona de laurel y armados de grueso bastón, los danzantes despliegan una curiosa coreografía en honor al Cristo, que en Silla lleva su nombre y no ninguna advocación pasional al uso.

Els porrots marcan pasos, costat, fila, costat i costat, genoll, barba, braç navaixa i senylar en una aparente lucha tribal cuerpo a cuerpo, unos con otros al ritmo de pegar i pegar, bot a la cintura, bot a l´esquena i bolt d´alt. Como le ocurre a la Moma en el Corpus, ésta es la danza singular de la fiesta del Cristo en Silla, que va abriendo puertas y ventanas, ojos sorprendidos de propios y extraños en deambular por el itinerario de la procesión, horas antes de que ella discurra silenciosa y parsimoniosa a hombros de tiros y troyanos, creyentes e increyentes.

Suelo ir casi todos los años a Silla en día tan señalado y contemplar el término del recorrido danzarín junto con la salida en un mar de silencio de su Cristo. Las estampas de Els Porrots danzando me retrotraen en la imaginación a tiempos ibéricos o de la colonización romana. Varias veces he preguntado a expertos por el origen e historia de esta danza y nadie lo sabe Es como si se guardara celosamente su misterio que suelen hacer emanar de las brumas de las antiquísimas marjales y arrozales.

Antonio Atienza Peñarrocha tiene publicado en un interesante artículo sobre Els Porrots en la prestigiosa Revista de Folklor de la Fundación Joaquín Díaz de Valladolid donde detalla cada uno de los gestos y movimientos de los danzantes. Es de lo más detallado que he leído al respecto

La costumbre de la última época que se recuerda es que el Ayuntamiento parar ensalzar y dignificar la festa grossa de Silla, la del Cristo, pagaba a jornaleros del campo para ejecutar esta danza, gracias a lo cual se ha salvado y hoy es signo de identidad cultural del pueblo y que es aviso para los navegantes de las modas que se empeñan en separar lo denominado laico de lo religioso.

Tiene Silla una escuela de danza de Els Porrots, al que van jóvenes, adolescentes, niños y muchachas, porque en este pueblo se abrió la fiesta a la mujer rompiendo con la medieval prohibición de la Iglesia de que ellas no podían salir ni bailar en las procesiones. Tienen en el Corpus de Valencia el ejemplo de la Moma, figura femenina representada siempre por hombre.

Cada grupo lo integran ocho o diez danzantes al son de tabal i dolçaina con una melodía exclusiva de esta danza, que comienza con el pas militar y desarrolla una curiosa coreografía donde trenzan piernas, pies, rodillas, manos, filas, figuras diversas, ? Emociona el tremolar con su empomador y saltador, la lucha en el corredor central y su final tras once secuencias de película cuando rinden sus porrots en el suelo, ante la imagen del Cristo en su tramo callejero final, porrots, por cierto, que han sido asumidos por el Ayuntamiento como signo y símbolo de sus anuales premios culturales.

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