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El Barça, historia a sobresaltos políticos

El Fútbol Club Barcelona es más que un club. El Real Madrid mucho más aunque lo disimula. El club catalán ha vivido a saltos a consecuencia de los cambios de gobierno. El club madrileño siempre ha sabido estar a lado del poder. Fue monárquico con Alfonso XIII, que le concedió el titulo de Real, republicano desde el 14 de abril del 31 y franquista desde el 1 de abril de 1939. El Barcelona, que, ahora, por medio de su presidente Josep María Bartomeu se ha inclinado por la defensa del independentismo, vivió épocas en que simuló su catalanismo con visitas a El Pardo. El Barça implicado en los resultados de las urnas, corre el peligro de ser detestado en casi toda España. Quizá más que Piqué. Ya ha sido condenado a la expulsión de la liga española antes de que triunfe el independentismo. Está prendiendo en el ambiente la aversión a un club injustamente considerado abanderado de la secesión. Gasol, catalán, ídolo que en cierto modo cohesionó España, no ha favorecido a Artur Mas.

Al Barça lo sancionó el capitán general de Cataluña, don Joaquín Miláns del Bosch y Carrió, en los años veinte, con el cierre de todas sus actividades. Lo indultó el rey, por las gestiones de su amigo el presidente del club Arcadi Balaguer. Al acabar la Guerra Civil fue considerado enemigo del régimen y del escudo se le borraron dos de las cuatro barras de la senyera. En tiempos duros los dirigentes barcelonistas no prescindieron de la mano izquierda y visitaron a Franco, le obsequiaron y mostraron fidelidad. El general les echó en cara que la representación no contara con Pepe Samitier y, avergonzados, pidieron otra audiencia para que le pudiera darle la mano a jugador que tanto admiraba.

En 1968, en la final que ganó el Barça al Madrid (0-1) por autogol de Zunzunegui, se lanzaron centenares de botellas al césped y a partir de entonces fueron prohibidos los envases de cristal. El Barça tuvo que salir del Bernabéu custodiado por Raimundo Saporta cuya presencia obligó a los socios, que había destrozados los cristales del vestuario, no volvieran a los actos violentos. En el palco al final doña Ramona la esposa del general y ministro Camilo Alonso Vega dijo: «Camilo, hemos perdido, pero al fin y al cabo Barcelona también es España». Narcís de Carreras presidente barcelonista. No se pudo reprimir y contestó: Senyora, no fotem.

Agustí Montal simuló su catalanismo con las buenas relaciones con El Pardo y años después, el president Tarradellas tuvo que intervenir para que hubiera paz entre los dos clubes. Luis de Carlos y José Luis Núñez habían creado un clima que Tarradellas considero intolerable porque en aquellos momentos se vivía la delicada Transición.

El Madrid en los años setenta intentó construir un nuevo estadio. La maqueta la hizo el arquitecto español, exiliado, Félix Candela, profesor en universidades de México y Estados Unidos y considerado mundialmente como uno de los genios de la época. Se trataba de convertir el Bernabéu en un gran hotel, una torre de oficinas y un parque. A cambio, la entidad construiría en la zona de Fuencarral-El Pardo. Franco vivo las maquetas con su nieto político Alfonso de Borbón, y recomendó a los dirigentes madridistas que renunciaran al proyecto. Lo de Félix Candela, oficial republicano durante la Guerra Civil, no le hizo gracia. La empresa constructora era la Zeckendorf, la misma que edificó el edificio del Watergate.

El Barça no tuvo graves problemas con ayuntamientos como el presidido por José María de Porcioles para recalificar Las Corts y construir el Camp Nou, estadio al que el régimen no dejó bautizar con el nombre del fundador Juan Gamper. Se dijo que había sido masón.

El Madrid mantiene la buena relación tradicional con la Casa Real. El rey don Juan Carlos ha sido asiduo a los palcos y su sucesor también muestra simpatías aunque se considere que es partidario del Atlético, querencia que me negó doña Sofía una noche en La Zarzuela.

El Consejo Superior de Deportes pide a los deportistas que no voten la independencia y el presidente de la Liga de Fútbol Profesional no cesa de amenazar al club con la expulsión de nuestra competición. Algunos de los deportistas más carismáticos como Pau Gasol y Mireia Belmonte, han preferido mantenerse al margen de la política. Desde ninguno de los dos bandos se han conseguido manifestaciones rotundas. Se han quedado al margen. Los mejores dirigentes del deporte español no conciben torneos oficiales en que no participen los clubes catalanes de las diversas disciplinas. La del Barça sería dramática para el fútbol español. También el Madrid, sin su gran rival, saldría perjudicado. Barça y Madrid se necesitan.

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