Poca gente habrá que no esté harta del desafío independentista y de todo lo que está sucediendo en Cataluña. Incluso creo que lo estarán los propios ciudadanos de ese territorio, ya sean los que se sienten sólo catalanes, los que se sienten españoles, los que se sienten cuarta y mitad o los que no se sienten nada. Muchos albergábamos la falsa esperanza de que se podría disfrutar de un tiempo de relajación tras las elecciones autonómicas del 27S, cuando las aspiraciones soberanistas sufrieron un importante revés. Sin embargo, simplemente hizo falta que se reactivaran las actuaciones de investigación sobre el 3 % o sobre clan Pujol, para que la maquinaria de ofensiva al Estado de Derecho se pusiera nuevamente en marcha.

La propuesta de Junts pel Sí y la CUP parece que por fin ha hecho reaccionar debidamente al Ejecutivo central. Esperemos que no sea un puro espejismo propio de la proximidad de las elecciones generales, pero la decisión de Rajoy involucrando a los grandes partidos nacionales es un acierto. Desde las diferencias ideológicas claras, les debe unir el respeto a la democracia, la legalidad, la igualdad de todos los españoles y el acatamiento de las reglas de juego que nos hemos marcado. Aunque hayan manifestado expresamente su deseo de dejar aparcado este debate y que no se utilice como arma electoral, todos ellos se enfrentan a un complicado examen público, donde están llamados a demostrar su altura política y la capacidad de generar acuerdos.

A partir de ahí, es nuestra responsabilidad impedir que el tema catalán acapare más titulares que los estrictamente necesarios. Sería un fracaso que pasaran a un segundo plano cuestiones tan importantes como la corrupción, la regeneración democrática, el paro o los recortes sociales, y en el caso valenciano, la infrafinanciación o la búsqueda de los 1.300 millones que necesita la Generalitat para cuadrar sus cuentas. Puede resultar atractivo desde un punto de vista teórico divagar sobre la configuración territorial de España, pero en la práctica, todos nos levantamos por la mañana, tenemos que abrir la persiana de nuestro negocio, vamos al hospital o llevamos a nuestro hijos al colegio. Son esas las cosas sobre las que necesitamos respuestas claras de los que aspiran a conquistar nuestro voto.