Esto va en serio. Pedro Sánchez ha entendido el mensaje y España es lo primero. Esto va en serio, y nadie entendería que, tras una legislatura de vértigo social, alguna fuerza política aprovechara lo complicado de la aritmética postelectoral del 20D para tratar de cobrar una hipotética ventaja partidista forzando la convocatoria de nuevas elecciones. En las encrucijadas, conviene recordar lo mejor de nuestra historia reciente. Creo que tenemos dos ejemplos, salvando las distancias: la transición política en España y el Acuerdo del Botànic. En ambos, el quién estuvo al servicio del qué, y por eso llegaron a buen puerto.

No es de extrañar que, pese a obtener sólo 90 escaños, ahora todos miren al PSOE. Unos pidiendo un gesto, otros una alianza, aquellos un descarte, pero todos lo necesitan porque la centralidad no se regala y Pedro Sánchez, con su discurso articulado de cambio sensato, se ha ganado el derecho a ser escuchado.

Un proyecto político necesita mucho más que oportunismo mediático y pirotecnia dialéctica. ¿Cómo encarar la segunda transición sin partir de la primera? Entonces se orillaron personalismos „y habían primeros espadas: Fraga, Carrillo...„ se articuló una Constitución progresista y empezó a caminar una España plural y respetada.

Para pilotar una segunda transición „la del calado social, la España federal y las reformas democráticas„ conviene interpretar correctamente los resultados electorales: los votantes han pedido un cambio progresista, al tiempo que advierten: no sobra nadie. Pedro Sánchez, candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, está preparado. Pero primero le toca al PP. Al menos intentarlo. Las formas en democracia son el fondo.

Sobran líneas rojas y apriorismos que suenen a incapacidad para dialogar. En Madrid deben mirar el ejemplo de Valencia: el Acuerdo del Botànic implica a tres fuerzas políticas „PSPV-PSOE, Compromís y Podemos„, respeta los porcentajes electorales en la representatividad y el nivel de implicación institucional elegido por cada una de ellas porque se basa en un programa pensado para las personas. Nada impide a otras fuerzas políticas apoyar esas medidas socialmente avanzadas.

Fue otro gran dirigente socialista, Felipe González, quien, tras ganar en 1993 „ya sin mayoría absoluta„ dijo una frase histórica: «He entendido el mensaje». En política, actualmente y al parecer, lo nuevo no son las siglas, sino el programa. Desde siempre. Absténganse repartidores de esencias y pedigrís democráticos.