Los términos alimentación y nutrición se utilizan coloquialmente de forma indistinta, pero hay grandes diferencias al igual que interdependencia que cabe destacar. Si bien el concepto alimentación se puede decir que incluye todo el proceso que ocurre hasta que el alimento llega a la boca, a partir de ahí empieza la nutrición.

Por ello, al proceso de la alimentación le afectan factores sociales, económicos, culturales, religiosos y cómo no, psicológicos, mientras que a la nutrición le afectan factores bioquímicos y fisiológicos. Teniendo en cuenta esta diferencia, tampoco es lo mismo hablar de un trastorno alimentario que nutricional y por lo tanto se deberían abordar de diferente forma. Algo que no ocurre y por ello en la mayoría de ocasiones fracasa el tratamiento de estas patologías. Lo mismo sucede cuando se desarrollan las dos al mismo tiempo, porque no son bien diagnosticadas, o porque hay una interrelación entre ambos. De esta forma, para actuar ante un trastorno alimentario se deben abordar principalmente factores psicológicos y sociológicos, acompañado de un equilibrio dietético y buenos hábitos alimentarios.

Centrándonos en los casos de disminución de peso, desde sobrepesos a obesidad en sus distintos grados. Antes de iniciar cualquier dieta, hay que analizar lo que la persona come y a partir de ahí corregir y elaborar unas pautas alimentarias adecuadas. Pero no sólo esto: hay que incluir el entorno social y psicológico que acompaña a este problema de sobrepeso, si detrás de ello se encubre ansiedad por comer, compulsión por la comida u otro tipo de problemas que se ven reflejados en los hábitos alimentarios, como son comer por compensar situaciones de estrés, de pérdidas, para paliar las emociones negativas, etcétera. Por ello no es suficiente seguir una dieta tipo, es necesario una personalizada, además de un tratamiento psicológico para mejorar hábitos y aprender a manejarse con las emociones sin que sea la comida el principal aliado, porque al final acaba siendo el peor enemigo.

Así se llega a situaciones en las que la obesidad sigue avanzando y se llega a técnicas más drásticas como el uso del balón gástrico que se ofrece como la panacea de los adelgazamientos. Pero esto será caótico si no se trata el problema psicológico de base, provocando en algunos casos incluso la explosión del balón porque la persona sigue inevitablemente con sus atracones

Actualmente, las dietas más innovadoras son las hiperproteicas y cetogénicas. Llama la atención que las novedosas dietas son las de hace miles de años, y que ya quedó lamentablemente demostrada su ineficacia y perjuicio para la salud, sobre todo si se siguen durante períodos de tiempo largos. Se les bautiza de diferentes formas: la dieta dunkan, la paleolítica, las disociadas, las basadas en el índice glicémico... pero su base siempre es la misma: el exceso de proteínas y grasas en detrimento de los hidratos de carbono. Estos desequilibrios dietéticos llevan a un efecto negativo sobre la salud, tanto física como mental, provocando cuadros de enfermedades nutricionales (hiperlipemias, déficits vitamínicos, entre otros), problemas renales, hepáticos, ansiedad, depresión e incluso bulimia y anorexia.

Con todo ello quiero insistir en que hay que diferenciar y tratar correctamente los trastornos alimentarios y/o nutricionales. Abordarlos tanto desde una perspectiva nutricional-dietética, como psicológica y de hábitos permite avanzar en este campo y prevenir el desarrollo cada vez más elevado de obesidad, bulimia, trastornos por atracón, anorexia... Patologías que acaban siendo caras de una misma moneda. Ir abandonando, los tratamientos unilaterales y tratarlos en su globalidad es, hoy por hoy, el mejor camino para poder frenar el aumento de estas patologías.